Crítica de ‘Cómo entrenar a tu dragón’ | El mejor ejemplo de live action jamás hecho

¿Conocen esa sensación de salir del cine flotando de felicidad, conscientes de que han visto una obra redonda? Quizá no la conozcan. Cada vez ocurre menos, ¿verdad? Sobre todo en los tiempos que corren, con el cine boqueando penosamente y dando patadas de ahogado para sobrevivir a la brutal competencia de las plataformas.

Por eso, Cómo entrenar a tu dragón es semejante milagro.

Sin despeinarse, DreamWorks da un golpe sobre la mesa y consigue un doble efecto: por un lado, en su primer intento de live action, da una lección a Disney sobre cómo acometer uno, superando incluso a la obra original (o, por lo menos, igualándola), y por otro se marca una película absolutamente redonda. Porque eso es lo que más sorprende de la cinta de Dean DeBlois (director también de la trilogía animada): su absoluta perfección, dentro de su estilo y su género.

Dejando a un lado el pecado original, que es su mera existencia (el live action, la cosa más perezosa que se ha visto en el séptimo arte; un invento absurdo en sí mismo que sólo sirve para amasar millones sin que el estudio tenga que pensar mucho. O nada, en realidad) y el hecho de que copie prácticamente plano a plano y linea a línea el trabajo original, el resultado es una brillante película de aventuras en la que todo encaja. Es tierna, divertida, espectacular, entretenidísima, con un trabajo técnico increíble (atención a la fotografía, los efectos visuales y la banda sonora de John Powell) y con un elenco fabuloso. Desde unos divertidos Nick Frost y Gerard Butler (ojalá este éxito lo haga abandonar por un tiempo las películas de acción insulsas en las que lleva años encasillado), pasando por la espectacular pareja que forman Mason Thames (el perfecto Hipo, sin más) y Nico Parker (decidida, carismática, y muy parecida físicamente a su madre, Thandiwe Newton), sin olvidar a los jóvenes compañeros «cazadragones» del protagonista, todo el elenco brilla y rezuma respeto por la historia.

Una historia que, sin duda, es la piedra angular sobre la que se construye tanta brillantez. El corazón de Cómo entrenar a tu dragón sigue siendo la amistad entre Hipo y Desdentao, una relación que llega al corazón del espectador y que impregna de alma a la película. Sí , alma. Justo lo que le viene faltando a todos los intentos de Disney por revivir sus clásicos en imagen real.

Una cinta absolutamente redonda, a la que no se le puede sacar ningún defecto. Y, sin duda, el mejor live action hecho hasta la fecha.

Lo mejor: Todo
Lo peor: Nada


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