Crítica de ‘Pubertat’ | Una de las mejores series del año, imprescindible y muy necesaria

Llama la atención que las dos mejores series del año traten, prácticamente, el mismo tema. O quizás no llama tanto la atención.


Adolescencia (Netflix) y Pubertat (Max) han venido a demostrar que sí, es imprescindible hablar de sentimientos y sexualidad con los niños y adolescentes. No sólo para que tengan herramientas para identificar un posible abuso que puedan estar sufriendo, sino para no tener que lamentar después consecuencias terribles, como las que describen ambas ficciones.

En el caso de Pubertat, Leticia Dolera consigue su mejor obra hasta la fecha (difícil, teniendo en cuenta que hablamos de alguien que está detrás de la maravillosa Requisitos para ser una persona normal, una de las mejores películas del cine español en los últimos diez años), y lo consigue porque la serie es sencillamente perfecta. Perfecta en lo formal, desde los créditos iniciales hasta los formales, pasando por la fotografía y el montaje, y sobre todo perfecta en lo narrativo. Resulta excepcional cómo la barcelonesa sabe dar voz a todas las partes implicadas (la víctima, los perpetradores, los padres, los demás componentes de la colla castellera), sin juzgar a nadie, comprendiendo (que no disculpando), explorando la rabia y la culpa, pero siempre con una nota de esperanza y de cariño que da como resultado imágenes profundamente emotivas (la confesión de Roger a su madre en el coche, o la reunión entre todas las partes en el último episodio, por mencionar sólo dos).

Es verdad que algunos detalles parecen sobrar un poco, como la apuntada homosexualidad de uno de los chavales, o lo que se revela justo al final sobre Lucía. Son detalles que se desarrollan entre poco y nada, y terminan por no aportar demasiado al conjunto. Pero es que todo lo demás es tan bueno, tan extraordinario, tan emocionante y tan importante, que se le perdona todo. Además, hay que destacar las interpretaciones de todos los actores, los adultos y sobre todo los adolescentes: Aina Martínez, Ot Serra Bas, Bruno Bistuer y Nael Gamell. Decir que están fabulosos es quedarse muy corto. Con un material tan sensible entre manos, consiguen transmitir una enorme emoción y un aplomo que parecen impensables en intérpretes tan jóvenes.

Ojalá se proyecte en todos los institutos de España. La mejor serie del año, junto a Adolescencia. Excepcional y necesaria.

Lo mejor: Todo
Lo peor: Nada


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