Entrevista | Carolina Lapausa: «Luz es muy generosa y empática, para compensar su parte más impulsiva»

Carolina Lapausa (Madrid, 1980) interpreta en ‘Sueños de libertad’ a Luz Borrell, doctora de la fábrica de Perfumerías de la Reina. En constante evolución, la profesional médica compagina su lado más familiar con su marido, Luis (Guillermo Barrientos), su gran amistad con Begoña (Natalia Sánchez), y unas dificultades profesionales en un mundo en el que ser mujer y no contar con suficientes medios económicos significaba dificultades constantes.

En esta entrevista, la actriz madrileña nos habla no sólo de su personaje en la ficción diaria de Atresmedia, sino también de sus comienzos en el mundo de la danza, su recordado paso por ‘La Señora’ (que le reportó una nominación a los premios de la Unión de Actores), su labor docente, y su pasión por su profesión.

Carolina, empezaste en el mundo de la danza. ¿Cómo y cuándo das el salto a la interpretación?

Empecé a bailar siendo muy pequeña. Era algo que me gustaba muchísimo, pero cuando estaba encaminada a nivel profesional, llegó un momento en el que la danza se me quedó pequeña para todo aquello que quería contar. Además, en mi época todavía no había estudios oficiales de contemporáneo, sólo clásico o español, y de alguna manera me faltaba algo. Ahí fue cuando dije: voy a dedicarme a la interpretación.

Tenía como referente a una antigua profesora que había estudiado interpretación y dirección en la RESAD, y aparte de ayudarme con las pruebas, hablamos mucho de lo que era la profesión y de lo que significaba dedicarse a ello. A partir de esas conversaciones tuve cada vez más claro que quería ser actriz.

Primero estudié en la RESAD, escuela que recomiendo a todo el mundo porque la formación es completísima, después seguí formándome en España y fuera, Londres, Nueva York y Buenos Aires.

Hablando de Sueños de Libertad, ¿cómo has reflejado el cambio personal tan grande que ha sufrido Luz Borrell, tu personaje, al dejar su profesión y casarse con Luis Merino?

Al principio me costó entenderlo: cómo esta mujer deja su carrera que ha sido su vida y su vocación para casarse. Pero luego entendí que era vital. Luz arrastra un secreto que condiciona todo en su vida como es ocultar que no tiene la carrera. El hecho de parar era algo necesario para poder colocarlo.

Los personajes no tienen que hacer lo que nosotros queremos que hagan, tienen que tener vida propia y experimentar otros lugares para seguir creciendo. Eso nos da la oportunidad de que veamos cosas diferentes sin perder un ápice de su fuerza.

De hecho, uno de los elementos más importantes de la serie es que está representando muy bien a los personajes femeninos.

Es una serie que apuesta muchísimo por los personajes femeninos, y todos esos personajes femeninos están encarnados por actrices muy fuertes también. Tenemos mucho carácter y me parece necesario huir de ese tópico de “la niña buena”. Luz también tiene esa otra parte en la que es muy generosa y empática para equilibrar su parte más impulsiva.

Hay una apuesta por parte de la cadena de mostrar otro tipo de personajes femeninos y creo que se está consiguiendo, lo que me parece un acierto para ampliar los referentes. Yo me lo estoy pasando muy bien y estoy aprendiendo muchísimo como actriz y como persona.

Luz, además, representa también esa dificultad social de los años 50 para muchas mujeres en el ámbito laboral. Para muchas mujeres y para muchos extractos sociales también.

Hay que tener en cuenta que Luz es mujer y, además, pobre. Ella representa a una niña que han abandonado y crece un orfanato sin ningún tipo de ayuda ni de posibilidad de prosperar en esa época.

¿Crees que ha cambiado la visión generalizada sobre las series diarias, y se han quitado un poco el sambenito del “culebrón”?

Se están haciendo producciones de mucha calidad. La mayor dificultad a la que se enfrentan las diarias es la cantidad de volumen que hay que grabar en mucho menos tiempo que en otro tipo de formato, y aún así, se está apostando muchísimo más a nivel de guiones y a nivel de realización. Mientras estamos grabando muchas veces pienso: “madre mía, qué belleza de plano”.

Las diarias antes solo tenían competencia con programas, pero desde que están las plataformas, las diarias compiten con todo. Todo el mundo tiene en un botón los catálogos de todas las plataformas. Entonces, tienes que arriesgar y tienes que potenciar ciertas cosas.
Se van superando prejuicios, por ejemplo: antes si hacías teatro tenías más difícil acceder al audiovisual, luego vino la crisis y mucha gente descubrió lo maravilloso de hacer teatro.

Creo que es un poco lo que ha pasado con las diarias, prejuicios. Desde que estrenamos Sueños me encuentro con compañeros que me dicen: “ahora sí que hacía una diaria”. Me da mucha alegría que los desmontemos y aprendamos lo ricos que son todos los géneros.

Además, Sueños de Libertad es un auténtico fenómeno. Un éxito espectacular de los que pasan una vez en la vida.

Efectivamente esto solo pasa una vez en la vida. Soy muy consciente de que esto es muy especial y muy extraordinario. Entonces, lo vivo con mucho agradecimiento e intentando aprovecharlo. No sé cuánto va a durar, esto es magia. De repente, los astros se han alineado y hemos tenido este éxito y este cariño, porque el cariño que recibimos es brutal. No me lo esperaba ni en mis mejores sueños.

Además, nunca se sabe cuál es la fórmula del éxito. Es muy especial lo que estáis viviendo.

Sí, porque nunca sabes cuál es la fórmula para conseguirlo. Es lo que todos queremos, pero en realidad es algo que está fuera de control. También tengo que decir que tengo mucha suerte, porque en mi trayectoria esto ya me ha pasado, no es la primera vez.

¿Te refieres al personaje de Isabel de Viana, en La señora?

Una serie que también marcó mucho. Tengo suerte porque he trabajado en series que de alguna manera han sido historia de la televisión.

Estuviste nominada, además, a los Premios de la Unión de Actores.

Sí, estuve nominada a como Actriz revelación, y eso es muy satisfactorio, sobre todo por esa cosita de sentir el cariño de los compañeros. Dicen tu nombre, tus compañeros te celebran… es especial.

Tu personaje tuvo continuidad también en 14 de abril. La República. A raíz de lo que sucedió con la serie, y cómo se guardó tantísimos años en el cajón, ¿crees que está en peligro ahora mismo el mundo del arte, el mundo de la ficción? ¿Crees que es más necesario que nunca que lo protejamos de la censura?

Una vez hice un curso de escritura con Juan José Millás. Suelo decir que él es mi gran maestro de interpretación porque ponía en palabras lo que yo como actriz hacía por intuición.

Él dijo una cosa maravillosa que siempre recordaré. En el medievo los frailes cultivaban las ciencias y las humanidades dándoles la misma importancia y esa retroalimentación originó una época esplendorosa a nivel de conocimiento.

De hecho, a día de hoy grandes científicos son grandes literatos y grandes escritores han estudiado matemáticas, como Juan Mayorga.
Es necesario que las ciencias y las letras se abracen y trabajen juntas para avanzar, pero parece que se ha instalado un discurso en el que las humanidades se desprestigian por no encajar en un modelo de productividad a corto plazo. Y esa creencia me parece el mayor peligro al que se enfrenta la cultura, del que deriva todo lo demás.

Temo que estamos en un momento en el que solo nos rodeamos de cosas (sea cultura, gente, medios de comunicación) que nos digan lo que queremos ver y oír, que confirmen nuestro sesgo, y eso tiene muchos inconvenientes: nos perdemos al otro, empobrecemos la convivencia, perdemos capacidad de diálogo, de negociación y hacemos más pequeño nuestro mundo. La cultura debe removernos e incomodarnos.

¿Cuál crees que es el mayor reto que tiene ahora mismo la profesión?

El mismo que todas las demás profesiones y que el momento social en el que estamos: la precariedad.
Hay mucha distancia entre lo que es esta la profesión y lo que ve a gente. Se ve solo el resultado o todo el glamour que envuelve los eventos, pero que no representa en absoluto lo que es la realidad de la profesión.

Detrás de cada plano o de cada función de teatro hay muchas personas trabajando muchas horas, con mucho esfuerzo, mucha formación detrás y en condiciones físicas duras por horario, climatología o localización. Es una maquinaria engrasada por un gran equipo y solo se ve la punta del iceberg.

¿Qué cosas te gustaría hacer como actriz que no hayas hecho todavía? Algún género, algún personaje…

Por ejemplo, hacer algo de terror, sería divertidísimo, porque además como espectadora es un género que no puedo ver.
Me gustaría… para empezar, seguir trabajando durante muchísimo tiempo. Eso para mí es lo principal. Y si puedo elegir, hacer una mala, malísima. Me parecería muy divertido.

Y si me pusiera a soñar a lo grande me gustaría sacar adelante algún texto o algún proyecto propio.

¿Te gustaría dirigir teatro, o cine?

Todo, soy ambiciosa. El teatro me parece más fácil, porque la técnica teatral la tengo mucho más incorporada. La audiovisual la tengo integrada como actriz, pero no tanto desde el otro lado de la cámara, es una técnica muy diferente.

Además, también has trabajado como docente, en tu proyecto Teatro para la vida. ¿Qué te ha aportado dar clase?

Muchísimo. He aprendido a conocerme a mí como actriz, y a saber qué tecla tocar cuando me están pasando ciertas cosas. Al observar a los demás, al alumnado, y ver qué les está pasando, cómo colocan la voz, sus acciones, etc, a mí me ha dado una visión mucho más completa de la actuación. Muchas veces se trataba de hacer consciente lo inconsciente, de usar la energía como trampolín y encauzarla correctamente.

Ha sido y es muy satisfactorio, y me ha aportado mucha sensación de plenitud. Es un proyecto precioso que retomaré cuando tenga tiempo, porque ahora, rodando una serie diaria, es imposible y también tengo que cuidarme, pero ahí está para cuando lo pueda retomar.