Daniel Arias (Madrid, 2002) interpreta en El clan Olimpia a “Guaperas”, un personaje de vital importancia en el recorrido de la protagonista, Olimpia (Zaira Romero), y en su ascenso dentro del oscuro mundo del narcotráfico.
En esta entrevista, el actor madrileño desgrana su participación en la ficción de Disney +, nos habla de sus comienzos, y avanza detalles de su primer trabajo como director, el cortometraje La garita.
¿En qué momento comenzaste a ver claro que querías dedicarte a la interpretación?
Lo tuve muy claro desde pequeño, se dio de forma natural. Yo siempre cuento que comencé a grabar mis cortos con el iPad que nos daban en el colegio para estudiar, en el que estaban los libros de texto y demás. Con eso, yo empecé a grabar mis cortos y, a partir de ahí, desarrollé mucho más la parte creativa: me descargué un programa para escribir guiones y otro para montaje, y montaba vídeos de escenas que yo escribía e interpretaba. Sí es verdad que el momento clave en el que yo me di cuenta de que realmente quería dedicarme a esto fue cuando un vídeo mío (porque yo subía esos vídeos a Internet) le llegó a Álvaro de Armiñán, y decidió hacerme una entrevista y darme un papel en su película Segunda oportunidad. Cuando me vi en esa película, rodando en Alcalá del Río, en Sevilla, con Gary Piquer, con Rosa María Sardá, y me vi como actor profesional trabajando, ahí me di cuenta realmente de que quería hacer esto. Al año siguiente, comencé a formarme como actor y a rodar más cortos profesionales.
Háblanos un poquito de esa formación que has cursado, con grandes maestros como Codina, Corazza, Lautaro Perotti o Eduard Fernández, y qué ha significado para ti.
Para mí es muy importante la formación. Creo un actor siempre necesita estar en formación constante. Este es un oficio que se enseña, pero también va mucho contigo mismo, con tu forma de desenvolverte en la vida. Yo me he formado mucho, y ahora estoy a punto de entrar en otra escuela, de hecho. Para mí es muy importante, me da alas como intérprete, me permite jugar mucho con mi actor constantemente, esté o no trabajando. Me encanta irme a casa y tener que preparar una escena con una compañera para la siguiente semana, y tener que quedar para ensayar, porque eso es actuar también. La formación constante te hace estar continuamente afilando tu herramienta y mimando a tu actor interior. Ese actor no sale solamente cuando estás en su set delante de una cámara, sino que tienes que dedicarle tiempo siempre. Yo soy un “friki” de la formación, y me gusta estar revisándome continuamente. Si no me formo, luego siento que soy un pésimo actor y no valgo para nada (risas).

Entrando en El clan Olimpia (Disney +), ¿cómo es tu personaje, y qué nos va a deparar?
Mi personaje es “Guaperas”, un chico madrileño que viaja a Colombia para ayudar a la protagonista, Olimpia, interpretada por Zaira Romero, a traer una mercancía de allí a España. Es uno de los “segundos” de Olimpia, por así decirlo, para ayudarla con ese envío. Es un personaje que va a dar mucho que hablar porque es el encargado de que ese viaje, que aparentemente es muy simple, se trunque y tome unos derroteros totalmente distintos a los previstos.
¿Cómo ha sido el rodaje? ¿Qué es lo mejor que te llevas del mismo?
¡Lo mejor es que realmente fuimos a Colombia! Fuimos en avión a Barranquilla, porque la serie se grabó entre España y Colombia, y estuve tres semanas allí trabajando con Zaira Romero, Antonio Bachiller, Aimar Vega, Fran Berenguer y Manoli Sierra, y fue muy guay poder viajar con ellos y estar allí, conociéndolos y trabajando. También fue estupendo poder trabajar con equipos de allí, de Colombia, que hicieron un trabajo estupendo, y con nuestra directora, Claudia Pedraza, que es colombiana. Fue genial poder rodar en el escenario real en el que se desarrolla la trama.
También el personaje me encanta. Es un personaje con muchísimo arco, aunque sólo aparece en un capítulo, y me quedé muy sorprendido al leer el guion, porque tiene un desarrollo muy guay, un arco muy potente, que además me obligó a mí como actor a hacer muchas cosas que no había hecho nunca. Yo lo pasé “mal”, en el buen sentido de la palabra, porque me exigía muchas cosas en muy poco tiempo, y quería hacerlo lo mejor posible.
¿Qué crees que es lo que se va a llevar el público de esta serie?
Yo creo que la gente se lo va a pasar bien, va a pasar un buen rato. Y sobre todo va a conocer la historia de esta mujer, de Olimpia, que está inspirada en un caso real. Es una serie que habla del narcotráfico y la vida de una narcotraficante, pero también habla mucho de la familia, y del clan merchero, que es algo que no se ha tratado mucho en la ficción. También, la protagonista es una mujer que, para salvar a su marido, decide coger las riendas de su vida y se convierte en esta figura poderosa. La serie tiene muchos condimentos que la hacen especial. No es una serie de narcos más. Es mucho más que eso.

En la ficción española se están produciendo muchísimos thrillers. ¿Por qué nos atrae tanto este género como espectadores?
Creo que por el factor humano. Series como El caso Asunta, u otras series inspiradas en casos reales, funcionan por ese factor humano. Es parte de nuestra historia y, para bien o para mal, no podemos borrarla. A mí, por ejemplo, me encantan los true crime, porque veo las cosas que puede llegar a hacer el ser humano, la falta de límites, y también son producciones que te plantean un debate interno. Poder llevar eso a la ficción es muy guay. Cuando se hace bien y se cuentan bien estas historias, es buenísimo, porque lo que conseguimos es no sólo no borrar la historia, sino contarla más a fondo.
Debutaste en teatro con la obra Donde mueren las palabras, de Ángel Caballero. ¿Qué te ha aportado este trabajo? Tu personaje y sus circunstancias, además, dan pie a lo que ocurre en la secuela, Donde nacen las palabras.
Sí, a mí la obra me ha aportado mucho a nivel profesional y personal.
A nivel profesional, me ha brindado la posibilidad de subirme a las tablas y exponerme al público en directo. Nunca había hecho teatro antes, y salir ahí a hacer función todas las semanas es maravilloso. Creo que el teatro es la madre del cordero de los intérpretes, por así decirlo, y a mí me ha aportado mucho. Además, interpreto a un personaje que existió de verdad, ya que es la historia real de Ángel Caballero y sus amigos, y mi personaje es el contrapunto de la obra. El mensaje se lanza a través de él, por lo que he aprendido mucho interpretándolo. También ha sido estupendo trabajar con Alejandro Vergara, Iván Montes y Ángel Caballero.
A nivel personal me ha aportado poder conocerme mucho más como actor, y sobre todo muchos momentos con amigos, girando la obra por España, en muchísimos teatros. Sigue de gira, de hecho, y tengo mi último bolo con la producción este próximo 2 de agosto en La Cabrera (Madrid). Es increíble.
¿Crees que, en estos momentos que vivimos, tan inciertos, el teatro es más necesario que nunca, como espacio de catarsis colectiva?
Por supuesto. Desde siempre, el teatro ha sido un bien común y una inyección para la vida. Como dices, es una experiencia de catarsis colectiva, un encuentro entre un grupo de personas, actores y público, que te devuelve un poco a la simpleza de la vida. Ponemos la tele y son todo problemas: injusticias, guerras, dolor… Y la ficción televisiva y cinematográfica, aunque es algo maravilloso y también es una inyección muy necesaria de evasión, se ha convertido un poco en fast food, comida rápida. Se produce mucho, se estrena mucho, es imposible ver todo lo que ofrecen las plataformas, y me da la sensación de que muchas veces no nos tomamos ya el tiempo de verdaderamente disfrutar y saborear una serie, o de meditarla y reflexionarla. Rápidamente, pasamos a la siguiente. En el teatro, ya sólo el hecho de salir de casa, vestirse, ponerse guapo o guapa, tener que llegar a una hora, sentarte en la butaca… es algo que no se debe perder y anima a la reflexión.

Acabas de terminar el rodaje de tu primer trabajo como director, La garita. ¿De dónde nace este proyecto y qué nos puedes avanzar sobre él?
La garita es mi primer cortometraje como director. Como decía antes, yo siempre he tenido ese impulso de dirigir, de contar historias también detrás de la cámara. La idea la desarrollé con mi amigo Víctor Castilla, que es un actor malagueño maravilloso. Comenzamos a escribir y a desarrollar la historia, y después entró en la ecuación Sara Jiménez, que también es amiga y una actriz maravillosa. Sara ha fundado hace poco una productora, Jarana Films, con un equipo muy joven, que en muy poco tiempo ha cogido una potencia increíble, produciendo muchísimos proyectos. Sara se animó a producir La garita y así comenzamos. Ahora hemos terminado ya el rodaje, y estoy muy feliz, porque es mi primer proyecto como director y también como guionista, junto con Víctor.
El cortometraje, además, goza de una salud estupenda, ahora mismo.
Sí, y me alegra mucho que así sea. El corto es cine, sin ningún tipo de duda, y eso se está reivindicando mucho. Me encanta ver cómo grandes cineastas, que han empezado rodando cortos, vuelven a ello también después de dirigir largos. Además, creo que es un formato muy adecuado para los tiempos que vivimos. Somos una generación que consume audiovisual a través de TikTok, que queremos ver cosas que nos ocupen un viaje en metro, y el corto es perfecto para esas demandas del público. El consumidor quiere cosas cortas y rápidas, y el cortometraje te lanza un mensaje, te deja reflexionando y llega a un encuentro contigo en quince minutos. Yo soy muy partidario de que el corto es cine, y hay que aprovecharlo. Es muy de agradecer, además, que existan premios como los Fugaz, de cortometraje, o Notodofilmfest, que dan cabida a ese formato. Además, rodar un corto es rodar cine, sin duda. Yo acabo de hacerlo y es lo mismo, tienes que estar pendiente de muchísimas cosas. Como si durase cuatro horas y cincuenta y siete minutos (risas).
¿Qué cineastas te han inspirado como director?
Muchísimos. Me encanta Quentin Tarantino, Danny Boyle, Javier Ruiz Caldera, Álvaro de Armiñán, David Sainz… También Martin Scorsese, Oz Perkins, el hijo de Anthony Perkins, o José Luis Cuerda. Me encantan las pelis de Cuerda. También, como me gusta mucho la música, creo que también me ha motivado mucho. Aparte del cine, la música me ha abierto las puertas de la dirección creativa de los proyectos. De adolescente, empecé a seguir a artistas como Tyler the Creator o Aminé, que es mi artista musical favorito, que le dan mucha importancia a la dirección creativa: videoclips, merchandising, poster… a mí que un artista cante y además dirija el videoclip, elija la paleta de colores, etc, me ha interesado mucho siempre. Entonces, mis películas favoritas suelen ser aquellas en las que el creador utiliza el cine para dibujar su propio mundo. Eso me impacta mucho.

¿Cómo ves la supervivencia de la sala de cine, en este mundo que describías antes de consumo rápido?
La verdad es que no lo sé. Yo siempre digo eso. No sé cómo me va a ir a mí, o a mis compañeros, o cómo será la industria en el futuro. Me da mucho miedo, porque yo tiendo a preocuparme mucho, soy muy “rayado” (risas). Me da mucho miedo la inteligencia artificial, que haya películas que se consuman a través de TikTok, que las salas de cine estén cada vez más vacías… no sé. Me encantaría pensar que en el futuro vamos a ser muchísimos más en esto, y que va a haber trabajo para todos, porque hay muchísimos compañeros y compañeras talentosas que se merecen trabajar y merecen poder contar sus historias. Quiero pensar que la IA va a ayudar a que el nivel de producción va a ser más elevado y nos va a ayudar a contar nuestras historias… pero no lo sé. Yo sólo soy uno más en este cuadro. Siempre digo esto, que la industria del entretenimiento es como un cuadro con mucha gente, como el Guernica, pero a lo bestia. Yo ahora estoy en el cuadro, asomando la cabeza por ahí, pero no sé cuánto tiempo voy a estar en el cuadro, cuánto va a estar el cuadro colgado en el museo, o si el público se va a acercar para admirar el cuadro. Yo solamente espero poder pasármelo bien y poder seguir en el cuadro sin molestar a nadie, y que el cuadro permanezca en el museo el mayor tiempo posible. Ahora bien, yo no sé si unos vándalos van a aparecer para hacer graffitis en el cuadro. Eso no lo puedo controlar (risas).
¿Tienes algún objetivo especial como actor?
Sería eso, seguir en el cuadro, no molestar a nadie, y sobre todo poder seguir trabajando de lo que me hace feliz, que es actuar y dirigir, y que muchos compañeros y compañeras talentosos también puedan hacerlo. Que podamos hacerlo todos juntos y se cree una comunidad sana de creadores, directores y artistas, y que nos enriquezca a todos.
Descubre más desde Mucho más que series
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.