ENTREVISTA | Guillermo Uria: «Siempre pienso, antes de actuar, que no hago esto por mí, sino por esa persona que ha pagado una entrada y necesita disfrutar y desconectar»

Guillermo Uria (Algorta, 1993) interpreta a Jose en ‘Donde nacen las palabras’, un conmovedor texto dirigido y escrito por Ángel Caballero, en el que un grupo de amigos (interpretados por Alejandro Vergara, David Matarín, Uria y el propio Caballero) intentan rehacer su vínculo, roto por una tragedia pasada, durante el confinamiento provocado por la COVID-19.

En esta entrevista, el intérprete vasco repasa sus comienzos, sus múltiples facetas como actor, y sus objetivos profesionales, además de hablar en profundidad sobre ‘Donde nacen las palabras’.

Cuéntanos cómo fueron tus comienzos en el mundo de la interpretación.

Comienzo actuando, en cierta forma, con mi hermana mayor. A ella le encantaba Agatha Christie, y nos utilizaba a mis primos y a mí como “extras” para interpretar Diez negritos, Muerte en el Nilo… y ahí estaba yo, con seis años, interpretando al asesino, mi primo al primer muerto… (risas) También me gustaba mucho lo que se creaba, me parecía muy bonito tener ahí a toda la familia, riéndonos… me gustaba mucho ver que la gente se reía conmigo. En la adolescencia, me pilló un poquito la edad del pavo, con inseguridades, vergüenzas… no lo vi claro, y opté por hacer Comunicación Audiovisual, que era un poquito como seguir ligado a este mundillo, pero desde el otro lado.  Pero mientras estudiaba, haciendo cortos, me daba cuenta de que siempre quería ser yo el que estuviera delante de la cámara, interpretando los personajes. Después fui a estudiar a Londres, y ya allí empecé a actuar, a hacer multitud de cursos. ¡En inglés, además! Fueron cuatro años en Inglaterra, empezando la casa por el tejado, sufriendo, pero me sirvieron para curtirme.

Háblanos un poquito más de esa formación tan intensa en Inglaterra, y también en Madrid.

En Portsmouth hice un máster de Cine y Televisión que, aunque era más académico de lo que yo pensaba, y no tan práctico, me ha ayudado mucho a la hora de analizar guiones y escribir mis propias obras. Toda mi formación de Comunicación Audiovisual me ha ayudado mucho. Y en Londres hice de todo: interpretación, canto, baile, clown, teatro físico… hice sobre todo mucho teatro, y poco a poco me fui introduciendo en el audiovisual también. ¡Hice incluso una película de Bollywood estando en Londres! Tenía que cantar, bailar… de todo. De Londres vine a Madrid y me formé en AZArte, con Javi Luna, sobre todo, que ha sido mi maestro y mi mejor guía, además de mi coach para cástings. También me he formado en la Central de Cine, en Actores de Madrid, haciendo formación para cástings… y a día de hoy sigo formándome, sin parar.

Guillermo Uria (fotografía de Moi Fernández: https://moifernandez.com/)

Adentrándonos en el audiovisual, uno de tus trabajos en televisión fue en Señor, dame paciencia. ¿Cómo recuerdas esa experiencia?

Fue un poco loca, porque me salió ese trabajo justo en la pandemia. Estuve primero en una serie británica, Glow and Darkness, y después salió el personaje de Señor, dame paciencia. Además, tenía una escena con Jordi Sánchez, y fue un momento especial, porque es un actor al que todos hemos visto en La que avecina, y además esta es su comedia, con un estilo muy específico… yo al final le estaba sirviendo los chistes a él, y la verdad es que fue algo muy curioso. Una muy buena experiencia.

Te veremos también próximamente en la serie Romi, creada por Iker Azkoitia y dirigida por Inés París. ¿Cómo es tu personaje en esta ficción?

Ha sido también una experiencia estupenda, porque además rodé al lado de mi casa, en Bilbao. Se está produciendo mucho en el País Vasco, y los de producción me decían “te pasamos a buscar”, pero yo les decía que no, que iba andando, y así iba por mi pueblo (risas). Sin desvelar mucho, interpreto a un personaje que interactúa con la protagonista. Hay un asesinato que se está intentando esclarecer, y mi personaje ayuda en esa investigación.

Como actor vasco, ¿cuál es tu opinión sobre la salud actual de la ficción hecha en Euskadi? Estamos viendo productos de muchísima calidad.

De hecho, de los últimos veinte cástings que he hecho, quince han sido en el País Vasco, y diez de ellos en euskera. Se está produciendo mucho, con muchas ayudas, y están dando muchas oportunidades. Es fantástico.

Estreno de «Donde nacen las palabras» en el Teatro Cervantes de Málaga

Entrando en Donde nacen las palabras, la obra que estás representando, ¿cómo llegaste a ella?

Estoy representando también otra obra, ¡Chas! Y de repente tú, en el Teatro de las Aguas, y cuando la estrenamos, en el Pequeño Teatro Gran Vía, vino a ver una función Ángel Caballero, el autor y director de Donde nacen las palabras. Además, fue la típica situación en la que no podía venir, no lo veía claro, pero al final vino a ver la función porque estaba haciendo casting para su texto y quería ver si le gustaba yo para el personaje. Al terminar, Ángel me escribió para decirme que le había encantado y que quería ofrecerme el personaje. Yo me leí el texto, me entusiasmó, y le dije a Ángel que quería hacerla. Había otros dos actores que ya le habían confirmado también su disponibilidad, pero al final no pudieron hacerla por otros compromisos, y ahí entré yo. Entonces, es como que todo encajó para que yo pudiera interpretar este texto.

El efecto que crea el texto en el público es muy bonito. Se produce una comunión preciosa con los actores, y el público conecta muchísimo con la historia.

Muchas gracias por esas palabras. Es increíble ese efecto que produce la obra, sí. Además, no sabíamos cómo iba a funcionar, porque es una obra con mucha comedia, pero también drama, y además pasamos de un género a otro en cuestión de una página. Lo que causa en el público es muy especial.

Háblanos de tu personaje, Jose.

Donde nacen las palabras es una segunda parte de otra obra de Ángel, Donde mueren las palabras, que lleva años siendo un éxito, y puedo decir ya que en agosto voy a estrenar también el personaje de Jose en esta primera obra. Es muy interesante poder interpretar todo el arco del personaje, aunque también muy delicado, porque todos estos personajes están basados en personas reales de la vida de Ángel.

Jose es una persona que esconde cosas, que tiene mucho reprimido, y eso hace que tenga mucha ira. Sin embargo, en Donde nacen las palabras, ya se ha liberado de esa carga, pero sigue teniendo mucha ira, porque al final le han invadido su espacio, y eso nunca es fácil. Me he basado mucho en mi padre para interpretarlo, porque yo soy más desastre, pero Jose es muy meticuloso, muy ordenado, como mi padre (risas). En la primera obra es un personaje más hippie, más liberal, pero en la segunda tiene mejor posición económica, trabaja, tiene su casa, y claro, sus amigos llegan y le invaden su espacio durante meses.

Guillermo Uria y David Matarín en una imagen promocional de «Donde nacen las palabras»

¿Cómo habéis trabajado esa mezcla de comedia y drama?

Hemos hecho muy buen equipo, porque los cuatro actores tenemos una energía muy particular y diferente. Yo, por ejemplo, lo trabajo desde la seriedad, desde el agobio de que a Jose le están invadiendo su espacio. Es un personaje que no se relaja hasta el final, y con Ángel y Juan hay también mucha tensión, porque en realidad son tres cascarrabias que no quieren conectar, por la tragedia que han sufrido en el pasado. La luz es el personaje que interpreta David Matarín, con esa personalidad tan bonita que tiene, y es un poco el que actúa como bálsamo entre los amigos.

¿Crees que se produce una catarsis en el público por estar ambientada en la pandemia?

Es muy importante eso que dices, y también lo comentó Ángel: esta obra, en pandemia, obviamente no se podría haber hecho, porque el sufrimiento era demasiado grande. Pero ahora, cuando ya han pasado unos años, podemos echar la vista atrás y sentirnos identificados con las situaciones que les ocurren a los personajes. Y, como decíamos antes, el efecto en el público es espectacular, y sí se produce esa catarsis. Fíjate, en una de las funciones en el Teatro Lara, vino una mujer con su hija, y al terminar la función nos contó que su marido había fallecido unos días antes, y que iba a haber venido también con ellas a ver la función. Fue un momento muy impresionante y emotivo, porque nos recordó la importancia de lo que hacemos. Durante un rato, ella había podido reírse, olvidarse un poco del duelo… eso no tiene precio. Ese es el poder del teatro.

Cuando me preguntan cuál ha sido mi momento favorito de toda esta experiencia, o incluso de toda mi carrera, siempre digo que fue en nuestro estreno, en el Teatro Cervantes, en Málaga. Teníamos mucha presión, porque era un estreno absoluto, en ese escenario tan importante… yo, para lidiar con esa tensión, lo que hacía era visualizar el final: el público aplaudiendo, las luces encendidas… y cuando por fin pudimos verlo, y yo vi a la gente emocionada, fue increíble. Yo siempre pienso, antes de salir a actuar, que yo no hago esto por mí, sino por esa persona que ha pagado una entrada y necesita disfrutar, necesita desconectar, porque a lo mejor está pasando por un mal momento. Me quito ese peso de encima, intento desprenderme del ego, y hacerlo por ese alguien que necesita ver esa función. Es un propósito mucho más grande que yo, y sólo por eso ya merece la pena hacer lo que hago.

Has participado también en montajes de la productora La Caja Lista, montajes muy interactivos en los que el público tiene mucho que decir.

Sí, yo tuve la suerte de llegar a Madrid ya con trabajo, en esas producciones de La Caja Lista, y estuve dos años con ellos. Hicimos una muy interesante, llamada Protocolo de eliminación, en la que los espectadores tenían que elegir qué personajes vivían y a cuáles se eliminaba en una suerte de sociedad distópica, un poco estilo Black Mirror (risas), y era muy interesante, porque también tenía una dimensión social: había una mujer embarazada, un youtuber, un homosexual… al decidir el público, es un formato que te exige estar alerta todo el tiempo y tener mucha habilidad para improvisar. Es algo que te exige mucha agilidad y te da muchísimas tablas como actor.

¿Cómo valoras también tu experiencia en el stand up comedy?

Es muy complicado, porque, aunque parezca que se trata sólo de contar chistes, tienes que aprenderlo como si fuera un guion de teatro, y además a mí me gusta también que haya un poquito de mensaje, que no sea todo sólo chistes. Ahora mismo lo tengo aparcado, también porque yo me lo tomaba más como un hobby, pero sí lo retomaré en algún momento. Además, me está ayudando mucho esta faceta para desarrollar mi propio texto.

Guillermo Uria y Alejandro Vergara, durante el estreno de «Donde nacen las palabars» (Teatro Cervantes, Málaga)

Háblanos de esta obra que estás desarrollando, DesConectados.

Efectivamente, es un texto que se llama DesConectados. Estoy muy ilusionado, porque es una historia que nos ha pasado a mi compañero de piso y a mí. Trata sobre un actor y un cómico de stand up, precisamente, que están pasándolo mal porque su casero no para de subirles el alquiler. Están desesperados, pensando todo tipo de triquiñuelas para fastidiarlo, hasta que, al final del primer acto, el casero se presenta borracho en el piso para vivir con ellos, porque su mujer lo ha echado de casa. Tiene un punto muy de comedia de enredo, desde luego, y también el personaje de la mujer va a entrar en escena en un momento dado. Pero sobre todo es una crítica a cómo estamos desconectados de la realidad, y somos adictos a las pantallas. Precisamente, los cuatro personajes comienzan a entenderse mejor cuando se dan cuenta de que lo importante está en el cara a cara, con las personas, no en las pantallas. Me ilusiona mucho, porque la he escrito y la dirijo yo, y también interpreto a uno de los personajes. Estrenamos el 20 de junio en el Teatro Las Aguas, ya hemos empezado ensayos… creo que va a funcionar muy bien.

¿La cultura es más necesaria que nunca?

Lo es, y lo ha sido siempre. El hombre, desde que vivía en las cavernas, ya se preocupaba por entretener a sus semejantes. Es lo que nos hace humanos, en mi opinión. Ese poder del directo, sobre todo, del cara a cara, del teatro… eso es único y no va a morir nunca. Incluso al revés, cuanto más avance la tecnología, más vamos a valorar lo humano. Espero (risas).

¿Hay algún personaje o algún género en especial que te gustaría hacer, y que aún no hayas tenido la oportunidad?

Me encantaría hacer época, porque me apasiona la Historia, y además creo que tengo perfil de época. De hecho, voy a estrenar La Celestina en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres, el próximo 8 de junio, y estoy disfrutando muchísimo, porque me encanta mi personaje, Pármeno, y porque es la primera vez que trabajo época, además en un festival tan importante.

Y me encantaría hacer también algo naval. Yo creo que en otra vida fui marinero, y de hecho tengo un barco tatuado en el brazo. Además, mi primera película internacional fue una cinta islandesa, The Damned, y yo hacía de marino vasco que pasaba por un naufragio. Fue una película bastante grande, con actores como Rory McCann (el Perro en Juego de Tronos), Odessa Young, Joe Cole (John Shelby en Peaky Blinders) … así que ojalá poder hacer algo de época, y algo naval. A mí me encantan las batallas navales, y sobre todo la batalla de Trafalgar, y me apasionaría hacer una película sobre Trafalgar. Un día, voy a estar en esa película, y si no se hace, cuando tenga los medios, la haré yo. Me parece tan épico, tan Ridley Scott… (risas). O una secuela de Master and commander. Me encantaría poder hacer un personaje así.


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