Antes de comenzar, vamos con lo jugoso, la polémica de El cautivo.
Allá va un secreto: es inexistente. No se dejen engañar por los comentarios que puedan leer o escuchar por ahí y que, por supuesto, son un imán para atraer más público a los cines (algo que no le hacía ninguna falta; los nombres del genio de las letras hispánicas y de Alejandro Amenábar son suficiente reclamo). Por otra parte, quizás el foco debería estar en por qué, todavía en 2025, una relación entre dos hombres en pantalla sigue siendo polémica, pero bueno, ese es ya otro debate. Como decíamos, se trata de una circunstancia sin demasiada importancia en la historia que nos ha querido contar el director de Mar adentro.
Pero, ¿qué historia es esa? ¿La de los cinco años de cautiverio de Miguel de Cervantes en Argel? ¿La del poder se la imaginación y la narración ante la adversidad? ¿La de dos hombres que no pueden vivir libremente su sexualidad, especialmente el de Alcalá de Henares? Porque ese es el principal problema de El cautivo, que no sabe qué historia quiere contar. Ese, y el tono absolutamente frío e impersonal que ha utilizado el director de la magistral Los Otros (repetimos: magistral), y que tiene como resultado una película incapaz de emocionar o interesar demasiado, salvo en momentos puntuales (el plano final, o la primera vez que Cervantes comienza su historia para los demás presos). Además, el ritmo es bastante pesado en algunos momentos, y sin duda se excede con sus 128 minutos de metraje, sin contar los créditos finales.
Así, lo mejor es sin duda un Miguel Rellán maravilloso, que siempre es lo mejor de los proyectos en los que participa y que tiene un don para meterse al público en el bolsillo, y la dedicación de Julio Peña como el autor de El Quijote, más que admirable, así como, por supuesto, el nivel impecable de la producción.
Una obra muy menor en la filmografía de su director. Alguien como Amenábar es capaz de mucho más. Y, por tanto, se le debe exigir ese mucho más.
Lo mejor: Miguel Rellán, maravilloso, el esfuerzo notable de Julio Peña, y el excelente nivel de producción.
Lo peor: Es excesivamente larga, de ritmo muy lento, y no hay una sola escena que mueva o conmueva.
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