Dentro del inabarcable mundo de los thrillers criminales, potenciado hasta el infinito por la aparición de las plataformas, Netflix parece haber acertado con Indomable, a tenor de sus ratings de visualizaciones.
Sin duda, la miniserie no inventa la pólvora con su historia. Se trata de la clásica fórmula de protagonista atormentado por una desgracia de su pasado que ha de resolver un crimen, rodeado por aliados y sospechosos. Lo que hace especial a la propuesta es su jugosa ambientación en el Parque Nacional de Yosemite (casi un país o estado en sí mismo, como sabe cualquiera que lo haya visitado, por su descomunal tamaño y su singularidad), que propicia que cada centímetro de bosque, cada cascada, cada acantilado, pueda ser una pieza del puzzle que ha de resolver Kyle Turner, nuestro protagonista. Por cierto, lo que vemos en pantalla no es realmente Yosemite, excepto en las tomas aéreas. La ficción se ha rodado principalmente en Canadá.
Así, Indomable da lo que promete, que no es otra cosa que un misterio que engancha, y un trasfondo dramático que conecta directamente con un tipo de emotividad que todos conocemos. A ello contribuyen también especialmente un Sam Neill en su salsa, demostrando una vez más su arrollador carisma y versatilidad, a sus 77 años, y por supuesto un Eric Bana fantástico como Turner. Es un gustazo ver de nuevo al australiano protagonizando una ficción tan potente y con tanto alcance, después de unos años más discretos. Ojalá tenga mucha suerte próximamente, porque se la merece (atención a su mirada cuando, descubierta la verdad, se da media vuelta y escucha cierto sonido. Impecable).
No es la mejor serie del mundo, ni del año, pero sí es una buena propuesta dentro de su género.
Lo mejor: Eric Bana, Sam Neill, los paisajes naturales y lo entretenida que resulta
Lo peor: No plantea nada innovador
Descubre más desde Mucho más que series
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.