Crítica de ‘Sirat’ | Una cruel historia de supervivencia en el fin del mundo, que, como se nos advierte, hace tiempo que ha llegado

Sirat no sólo es la mejor película de la carrera de Oliver Laxe.

También es una absoluta genialidad, lo que no quiere decir que sea perfecta.

Sin duda, el metraje se extiende en demasía. 95 o 100 minutos hubieran sido suficientes, en vez de los 115 que dura. Además, es un poco tramposa en su planteamiento. No presten demasiada atención a la sinopsis, al padre buscando a su hijo en una rave en Marruecos, porque los tiros no van por ahí. La historia que quiere contar el realizador gallego es otra bien distinta.

Pero Sirat es una genialidad porque Laxe apunta a genio. Sólo así se explica las emociones que transmite su cámara, ya sea en planos aéreos de los vehículos por el desierto, de noche y de día, o enmarcando los momentos de tragedia que, garantizado, harán que se les hiele la sangre en las venas. Tomemos, por ejemplo, sus diez minutos iniciales, sin diálogo, pero con la música sonando a toda potencia mientras cientos de cuerpos bailan sin parar. Esos planos de las montañas, con la música retumbando en la ancestral piedra, y la angustia que se transmite con ambos elementos (electrónica y montaña), deja sin palabras. No hay libertad en la rave, por mucho que lo crean sus adeptos pasados de vuelta. Es una cárcel al aire libre, un camino de dolor y angustia que la música marca sin piedad, machacando los sentidos y los oídos.

Porque, al final, eso es Sirat. Una lucha por la supervivencia en un mundo cruel. Y, como tal, la historia es cruel, casi despiadada, y provoca reacciones en el espectador que lo dejan derrotado, en shock, más o menos como le ocurre a Luis y a sus improvisados amigos franceses. Un tour de force impecable por parte de un superlativo Sergi López que desde ya es el rival a batir en todas las ceremonias de premios de 2025. Titánico trabajo del de Vilanova i la Geltrú. A su lado, la mirada inocente de un Bruno Núñez que representa esa inocencia y esa pureza a preservar en un mundo cada vez más hostil y violento.

Demoledora. Cruel. Visceral. Necesaria. Explosiva. Genial.

Lo mejor: Sergi López, monumental, y la capacidad para transmitir sensaciones de la dirección magistral de Oliver Laxe.
Lo peor: Tendría que haber sido más corta, y es un tanto tramposa en su planteamiento.


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