Seamos sinceros.
Durante años, o décadas, incluso, Marvel ha dominado el universo cinematográfico de los superhéroes sin competencia. Con las únicas excepciones de los Batman de Christopher Nolan, el Hombre Murciélago de Matt Reeves y el Joker de Todd Phillips, DC jamás consiguió igualar el nivel de su rival en lo que se vino a llamar el DCEU, pese a las virtudes de algunas de las películas (El Hombre de Acero, Aquaman, Wonder Woman, o la versión extendida de La Liga de la Justicia). Un cambio de tercio era necesario.
Y ese cambio se produce con Superman, versión de James Gunn (cambiando de bando, de Marvel a DC), y el resultado es, simple y llanamente, la mejor película de superhéroes en muchos años. Desde luego, infinitamente superior a todo lo que ha estrenado Marvel desde Doctor Strange en el Multiverso de la locura, por lo menos.
Y este Superman es la excelente película que es no porque resulte espectacular, entretenida, divertida (muy divertida, de hecho) y tenga unos efectos visuales impresionantes, y tiene de todo ello. Es una película fabulosa porque funciona como un reloj. No pierde el tiempo en explicar los orígenes del personaje, ni en contar el romance con Lois, ni en dar minutos en pantalla a personajes que no aportan nada a la trama (de hecho, el reparto es sorprendentemente escaso para una producción así, y no saben lo que se agradece). Al contrario, va directa a la aventura, a contar una historia que engancha, y a rendir homenaje a un sabor clásico que acompaña más que nunca al superhéroe de capa roja. Seguramente, es la versión más respetuosa con el espíritu de la cinta de Richard Donner con el inolvidable Christopher Reeve como Clark Kent, si excluimos la versión de Bryan Singer con Brandon Routh, que precisamente pecó de ser excesivamente parecida a la original.
Además, nos presenta a un Clark Kent más humano que nunca, que duda, que sufre, que es vencido en combate y apaleado más que nunca, que tiene sangre en las venas, que desea a su novia y lo demuestra y que es, efectivamente, más hombre que nunca. De acero, de Krypton, pero uno de nosotros. A esto ayuda la fantástica interpretación de David Corenswet, que está perfecto como Kal-El y representa perfectamente todo lo que es Superman. A su lado, un deliciosamente enloquecido Nicholas Hoult, demostrando una vez más que no hay género ni personaje que se le resista (ver sus ojos con lágrimas en la confrontación final), un Edi Gathegi excelso como Mr. Terrific en su regreso al mundo del cómic (recordemos que fue Darwin en X-Men: Primera generación) y, por supuesto, Rachel Brosnahan como una Lois inteligente, decidida, independiente y que cae francamente bien.
Excelente. Seguramente, la mejor película de un personaje de DC fuera del universo Batman, y un comienzo más que esperanzador para el DCU. Que se cuide muy mucho Marvel y espabile con Fantastic Four, porque están a punto de quitarle la corona.
Lo mejor: Lo perfecta que es en su narración y la consecución de sus objetivos, y las interpretaciones de David Corenswet, Rachel Brosnahan y Nicholas Hoult.
Lo peor: El clímax final podría haberse aligerado un poco.
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