Crítica de ‘Violetas’ | Un conmovedor viaje a la memoria del colectivo LGTBIQ+

En ocasiones, hay películas que deberían haberse quedado en cortos, porque su historia es demasiado pobre como para rellenar 90 minutos. Fallos de narración, poco desarrollo de personajes, o una sucesión incesante de tópicos, escenas alargadas y diálogos sin utilidad son las señas de identidad por las que el espectador avispado puede detectar dichas producciones pensadas para la gran pantalla, y estrenadas en la misma.

Sin embargo, hay otras veces en que ocurre lo contrario, que algunos cortos piden a gritos convertirse en largos.
Ese es exactamente el caso de Violetas.

El problema del cortometraje es que tiene una historia demasiado ambiciosa que contar para los escasos dieciocho minutos que dura. Por ello, la narración ha de dar demasiados saltos que no permiten que el impacto de la trama, que es mucho, llegue al espectador como debería. Y es una verdadera lástima, porque el trabajo de Javier Pereira es excelente, como siempre, porque el uso de los colores y la luz por parte del realizador es inteligente y está lleno de simbolismo (blanco y negro para aquella España de posguerra, color para el amor entre los protagonistas), y porque su secuencia final es enormemente emotiva e impactante.

Ojalá ocurra como con Sorda, de Eva Libertad, y Borja Escribano tenga la oportunidad de expandir la historia de Juan y Manuel, que es la historia de muchos, y muchas, que se quedaron en el camino y jamás pudieron ser libres.

 

 

Lo mejor: La realización de Borja Escribano, el uso del color que hace, la fotografía, y la interpretación de Javier Pereira. Y la secuencia final, aterradora y muy emotiva.
Lo peor: La historia necesitaría de más minutos para desarrollarse correctamente.

 


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