¿Es Weapons una de las películas del año? Pues, en muchos aspectos, sí, sin duda.
Con un presupuesto de sólo 38 millones de dólares, y habiendo recaudado ya, a fecha de esta crítica, más de 251 en todo el mundo, Zach Cregger ha conseguido el éxito sorpresa del año, y una de esas películas que se convierten en un fenómeno gracias al boca-oreja. Y, ¿qué mejor halago puede haber, cuando es el propio público el que convierte la película en un monumental éxito, simplemente a base de recomendarla?
Pero es que, además, Weapons es buena. Muy buena. Buenísima. No descarten, incluso, que se convierta muy pronto en una cinta de culto, y eso es porque Zach Cregger sabe muy bien lo que hace y no renuncia a la calidad en favor del terror barato, como ya demostró en la aclamada Barbarian. De entrada, Weapons tiene una estructura narrativa acertadísima, en la que las piezas van encajando a la perfección para que vayamos entendiendo, poco a poco, qué ha pasado con los niños, y qué papel ha desempeñado cada uno de los protagonistas. Ese es otro de los grandes aciertos de la cinta: todos los personajes principales (Justine, Archer, Paul, James, Alex y Marcus) tienen su protagonismo, y nada en ellos es accesorio. Cada línea de diálogo, cada mirada, cada movimiento es importante para la construcción del misterio. Además, Cragger domina los códigos del género, obsequiándonos con escenas para el recuerdo (atención a los sustos, o cuando cierto personaje sale de una casa en mitad de la noche, mientras otro duerme en un coche… y hasta ahí podemos leer) y una sensación malsana que intoxica al pueblo y se transmite al espectador. Es, sencillamente, un guion extraordinario.
Por si fuera poco, los actores se prestan al misterio de forma maravillosa, liderados por una excelente Julia Garner (atención a su comienzo, absolutamente espectacular) y un Josh Brolin que mezcla perfectamente el heroísmo de su personaje con el trauma que arrastra. Cregger, además, no abandona nunca a sus personajes, y explora sus emociones con acierto. Weapons no es sólo una gran historia de terror y misterio, sino que también aborda temas como el del acoso, la culpa, o las consecuencias psicológicas en aquellos que son acosados y sentenciados mediáticamente por su supuesta implicación en una tragedia.
Sí que es cierto que el tercio final, que es en el que se descubre finalmente todo, patina un poco, básicamente porque a la entidad maligna (vamos a llamarla así, para evitar entrar en spoilers) le falta tener cuernos para ser más obvia, y porque parece una explicación un tanto pobre para el maravilloso desarrollo que se nos ha dado. Además, el uso del humor durante toda la cinta, y muy especialmente en ese tercio final, resulta desconcertante y totalmente incoherente con el tono que ha llevado la narración hasta entonces. No hay más que ver la resolución, sin ir más lejos: una de las secuencias más locas, alucinadas y bizarras que el cine nos ha regalado en mucho tiempo. Pero, por supuesto, también es parte de la genialidad de la propuesta de Zach Cregger.
El “sleeper” del año con todo merecimiento, la mejor película de terror de los últimos años, y una de las cintas más brillantes de 2025.
Lo mejor: Su impecable estructura narrativa y su capacidad para meter el miedo en el cuerpo.
Lo peor: El tercio final es más flojo, y el humor no termina de funcionar bien.
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