Álex Gadea (Alcira, 1983) escribe y protagoniza ‘Un viaje sin retorno’, una comedia dramática que sigue las aventuras y desventuras de Federico y Chelito (interpretada por Ana Ruiz), una pareja que se adentra en el mundo del espectáculo en plena posguerra.
En esta entrevista, el intérprete valenciano desgrana detalles de esta función tan personal para él (estreno en el Teatro Salón Cervantes de Alcalá de Henares, 17 de octubre), y nos habla de sus próximos proyectos.
¿Cómo valoras este momento presente en tu carrera?
Es un momento muy ilusionante. Este proyecto (Un viaje sin retorno) tiene unas connotaciones muy especiales: es una producción propia, es un texto mío, mi primera dramaturgia como autor, imagínate.
Tengo 42 años y la verdad es que el paso de los años te va dando una apreciación del oficio distinta a cuando tienes veintipico y estás empezando. Me reafirmo en que uno los éxitos de este oficio es mantenerse. En ese sentido, siempre he tenido la complicidad del oficio de cara, he podido ir transitando de un proyecto a otro.
Lo que sí que te diría es que, durante este recorrido, en el teatro he encontrado un refugio que ha sido fundamental.
¿De dónde nace este texto?
Siempre me han interesado mucho la figura de los cómicos de otras épocas. Sobre todo, en periodos de posguerra. Si es complicado hablar de un contexto de país después de una guerra, imagínate en el mundo del espectáculo, que ya de por sí es frágil y precario. Y desde aquí quise contar la historia. De cómo vivía la gente que se dedicaba a lo mismo que yo en una época de mucha dificultad, sobre todo los que se ganaban la vida en provincias, los que iban de pueblo en pueblo con sus maletas cargadas de incertidumbre.
Al mismo tiempo, quería hablar de dos tipos corrientes a los que accidentalmente les llega una oportunidad desconocida, ser cómicos. Y lo que en un principio es una oportunidad, atractiva, exótica, a medida que va avanzando y se va adueñando de sus vidas, los parte por la mitad. La fantasía del éxito los acaba devorando.

¿Cómo es Federico, tu personaje?
En Federico he metido a muchos personajes que de alguna forma tienen que ver conmigo, que tienen que ver con mis ancestros, que tienen que ver con personas que yo he conocido, y que reconozco y olfateo por mi tierra de origen, Valencia. Federico es un arrocero de la Albufera valenciana, de los años 40, natural de Sueca, que con 17 añitos se ve empujado a irse a las marismas del Guadalquivir, a Sevilla, a plantar arroz. Esto fue un hecho verídico, ocurrió durante los 40. Hubo un éxodo de valencianos que se fueron a las marismas del Guadalquivir, a una zona que se llamaba El Puntal, porque allí estaban tratando de poner en marcha una plantación arrocera, y necesitaban gente que supiera plantar arroz. Suponía (y así lo vendían) como una gran oportunidad.
Federico, nace de ahí, de las historias que me ha contado mi abuelo de cuando él llegó de Valdepeñas y empezó a ganarse la vida en los campos de naranjos de mi tierra, Alcira.
Este arraigo unidas a otras características, es un tipo fantasioso, tierno, imaginativo, ambicioso, disoluto, visceral… Es un personaje muy bonito, que te voy a contar yo…jejeje.
¿Cómo ha sido el trabajo con Ernesto Caballero, vuestro director?
¡Qué te puedo contar de Ernesto! Era el director que yo anhelaba para este viaje.
Fui a ver una obra al Teatro Español que se llamaba Esta noche se improvisa la comedia, de Pirandello, en la que actuaba Ana, y me fascinó. De hecho, viendo la función, de repente me dije: “¡Pero si esto de alguna forma tiene la atmósfera y la fábula de lo que yo estoy intentando escribir!”
Luego tuve la suerte de que, el año siguiente, pude trabajar con él con Teatro Urgente, en una función que se llamaba Ortega. Ahí lo conocí como director y se estableció una conexión muy estimulante. Tuve clarísimo que mi opción para contar esta historia era él. Lo admiro como director, su sensibilidad, cómo genera los espacios, cómo desgrana las atmósferas, las herramientas que te da para trabajar, cómo se apasiona contigo en tu crecimiento durante la función… yo a Ernesto le tengo mucho cariño. Lo considero un maestro y para mí es una fortuna poder contar con él.
Estrenáis, además, en un teatro precioso, el Salón Cervantes de Alcalá de Henares.
Totalmente. Ana y yo teníamos muy claro que, si estrenábamos, era el teatro adecuado para ello. La última vez que estuvimos en ese teatro fue con La Regenta, y nosotros ya andábamos barruntando con este proyecto, y cuando llegamos al Cervantes le dije a Ana: “Este es el teatro”. Así que imagínate, era nuestra primera opción y hemos tenido suerte de que eso también se cumpla.
¿Qué esperas de la reacción del público? ¿Qué crees que es lo que más va a gustar de esta función tan especial además para ti?
¡No lo sé! (risas) Vamos a ver también qué percibe el público, qué recibe. Yo creo que es una obra que directamente conecta con la nostalgia, que además es un elemento de conexión muy poderoso. Es una historia muy humana, que empieza de una manera y termina de otra muy diferente. Es una función con alma, está viva, es tierna, es sensible, hay música, viajes, esperanzas, pero también es áspera y tiene su tragedia. Creo que eso va a conectar con el público, y además creo que el contexto y la época te llevan a un lugar donde se produce una conexión afectiva con los recuerdos y con nuestro pasado.
Nos has dicho que el teatro es ese refugio en el que tú te sientes cómodo, en el que estás a gusto. ¿Crees que, precisamente en los momentos, tan polarizados, el teatro es más importante que nunca precisamente como ese lugar donde todos nos reunimos para que nos cuenten una historia?
Sí, sí. El teatro es aquí y ahora, es puro, es verdad. En una época donde nos invaden las pantallas, nos rodean los estímulos tecnológicos, nos comunicamos de otra manera, a través de pantallas, de mensajes, de TikTok, de redes sociales, y a veces nos estamos perdiendo al de enfrente, al de al lado.
Precisamente por eso, el teatro hoy es revolucionario, es auténtico y necesario porque en la calle se está perdiendo.

Respecto a tus próximos proyectos, te veremos también en dos películas, Nena y La mala madre. ¿Qué nos puedes contar?
Nena fue una película que se grabó en el verano del 24, en un pueblecito de Valencia, y es una historia muy de autor, muy al estilo de Gabriel Ochoa. Es una historia íntima, localista, y muy humana. Tengo muchas ganas de poder verla.
La mala madre es la ópera prima de Alicia Álvarez como directora. La protagoniza Thais Blume, y luego estamos Mariana Cordero y yo esperándola en nuestro cálido hogar. Es una peli de género, de terror. Se estrena el tráiler en Sitges y está pendiente de estreno para el 26, con lo cual también es un proyecto que tengo muchas ganas de ver.
También te veremos en Las hijas de la criada (Atresmedia). ¿Qué nos puedes contar sobre esta serie y cómo va a ser aquí tu personaje? ¿Qué podemos esperar?
No puedo contar demasiado, para no hacer spoiler (risas). Va a ser una gran producción de Atresmedia. Estamos hablando de un bestseller de Sonsoles Ónega. Es un melodrama al estilo folletín clásico de finales del XIX, o principios del XX. Tiene todos los ingredientes para que funcione. Me recuerda al aroma de Cumbres Borrascosas. Hay una producción potente detrás, y un elenco estupendísimo. Fue un absoluto placer poder estar ahí. Hago un personaje que se llama Plácido, y que aparece en la parte final de la serie. Es un personaje que tiene un peso específico en la parte final de la historia. Y te puedo contar poco más. Pero también ha sido un gustazo hacer una producción de esas características, sin duda.
¿Cuál sería el próximo objetivo que te gustaría cumplir?
Me encantaría poder continuar con una especie de compañía de repertorio. Siempre me han fascinado las compañías itinerantes, de repertorio. Ojalá después de Un viaje sin retorno, viniera otra, y luego otra. Y si además tengo la pulsión de seguir escribiendo, pues maravilloso. Este modo de producción y de compañía propia me motiva, porque me da mucha libertad. Podemos elegir y contar lo que nos apetece. Tengo al lado a una persona maravillosa, la persona ideal para poder hacerlo, Ana Ruiz. Este proyecto es lo que me gustaría perseverar, cuidar y que tuviera desarrollo.
El resto no depende de uno, es algo mucho más circunstancial. Todo lo que me pueda venir de ficción o de cine, siempre será bienvenido.
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