ENTREVISTA | Ana Ruiz (‘Un viaje sin retorno’): «Esta función es un homenaje a una generación que, tras la guerra, luchó por levantarse y tirar para adelante»

Ana Ruiz (Sevilla, 1979) interpreta a Chelito en Un viaje sin retorno, la historia de una pareja que, casi por casualidad, se ve empujada al mundo de los cómicos y la actuación en la España de posguerra.

En esta entrevista, la actriz andaluza nos habla de su participación en esta función, escrita por su compañero Álex Gadea y dirigida por Ernesto Caballero, y nos habla de sus próximos proyectos.

¿Cómo valoras el momento actual en el que estás en tu carrera?

Es una pregunta complicada (risas). Yo empecé haciendo teatro, y siempre agradeceré la popularidad que me dio la televisión para poder volver a retomar el teatro. Ser televisiva parece que da más facilidad a la hora de ser un reclamo para que la gente vaya al teatro. Durante toda mi carrera, siempre he estado de la mano del teatro, para mí siempre ha sido algo fundamental. Ha habido momentos en los que he tenido más trabajo de ficción y en televisión, pero desde hace unos años me centré mucho en teatro, empecé a producir, y por suerte no he parado.

Tuve un descanso en la producción, pero ahora con este proyecto era inevitable volver. Creo que esto es una carrera de fondo, una profesión de fondo, y a lo largo de la vida voy aprendiendo un poco a darle el lugar que tiene. Para mí, el trabajo es importante, me gusta mucho, y tengo la suerte de haber tenido una vocación muy temprana y que mi trabajo me ha dado grandes satisfacciones. Pero también he aprendido que el trabajo forma parte de mi vida. Yo no vivo para trabajar, sino que el trabajo es una forma de vivir para mí, y forma parte de mi vida de una manera ya no tan prioritaria como podía ser antes. Uno va colocando las cosas en otro sitio.

¿Cómo de importante ha sido la formación para ti?

 Creo que al final es fundamental formarse, sobre todo porque al final no hay una manera única de trabajar, ni hay una clave para trabajar, sino que cada uno, de todo lo que aprende, se hace su propio mecanismo de trabajo. No hay dos actores iguales, no hay dos actores que se preparen de la misma manera. Creo que confiarlo todo al talento, entre comillas, es ser un poco soberbio, ¿no? (risas) Hay que saber reconducir. También creo que es un trabajo muy experimental. Trabajando, tenemos la posibilidad de ir mejorando. Si tienes la suerte de poder trabajar y de poder desarrollar tu trabajo, es una manera de desarrollar esa formación que has aprendido a lo largo de los años.

Ana Fernández interpreta a Chelito en «Un viaje sin retorno» (fotografía: Moisés Fernández)

Estáis a punto de estrenar Un viaje sin retorno en el Teatro Salón Cervantes, en Alcalá de Henares. ¿Cómo estás viviendo ese momento, además en un teatro tan especial?

La verdad es que sí, es un teatro muy especial. De hecho, era nuestra primera opción para estrenar allí.

Los últimos años he estado muy vinculada a Alcalá. Siempre he pasado por allí con todas las funciones. Hice el Tenorio de Alcalá de Henares hace dos años, interpretando a Doña Inés, y luego fui con La Regenta también. Este año estrenamos allí, con lo cual es como ir un poco a casa. Yo lo decía en la presentación de la programación del teatro, que me siento un poco de Alcalá de Henares de adopción (risas), porque vengo tanto que estar aquí es un poco como estar en casa. Y, la verdad, con ganas, porque es un proyecto que llevamos mucho tiempo fraguándolo, desde que Álex empezó a escribirlo, y ahora ya estamos a punto de estrenarlo.

Interpretas a Chelito. ¿Cómo es ella?

 Al ser un proyecto muy personal de Álex, yo creo que, de alguna manera, el personaje de Chelito tiene muchas cosas de Ana. Porque claro, vivimos juntos, trabajamos juntos… hay muchas características que las ha sacado de mí. Tiene esa esencia de la andaluza de aquella época: una mujer luchadora, a la que le toca, después de guerra, levantarse y luchar. Se queda huérfana de madre muy joven y le toca sacar esa energía, y esa alegría, y esa vitalidad para poder afrontar los problemas que le van surgiendo.

De una manera accidental, Chelito consigue llegar a aquello que le gusta. Es una mujer que a la música le gusta, le gusta la canción, le gusta cantar, le gusta bailar, y de repente le llega la oportunidad y la aprovecha junto con Federico. Y se va dando cuenta también de que, muchas veces, aquello que uno sueña, la felicidad, no está tan lejos como uno la piensa. Es una mujer con vitalidad, con energía, con ganas, resolutiva.

 Qué bonito poder hacer, con este texto, un homenaje a esos cómicos que recorrían España actuando.

Sí, la verdad es que es un texto exquisito. Cuando empecé a leer la función me encantó, porque me parece que es una función muy humana. Tiene todos los recursos para que sea una función que funcione, vale la redundancia, y es la primera vez también que hago una función en andaluz. Desde que llegué a Madrid he tenido que hablar en castellano neutro, y de repente me encuentro con Chelito, que es de Montellano, un pueblo de Sevilla, y de repente hablo en andaluz y es como reencontrarme también con mi acento, con una esencia mía muy básica, muy natural. Es muy bonito poder redescubrirme en el escenario con ese acento.

Ana Ruiz y Álex Gadea (fotografía: Moisés Fernández)

¿Te has basado en mujeres a las que quizás tu hayas conocido, que fueran como Chelito?

 Claro, hay muchas mujeres distintas en ella. No solamente de la folclórica de aquella época, sino también muchas cosas de mi abuela, por ejemplo. Creo que sí, que no es solamente un homenaje a los cómicos o a las folclóricas de aquella época, sino también a una generación que luchó mucho después de una guerra, por levantarse, por ponerse la vida por montera y tirar para adelante. Una generación muy luchadora, con muchas fortalezas. Es un homenaje a toda esa generación.

¿Qué crees que va a recibir el público de esta función?

Creo que es una función en la que uno entra de una manera, y empieza a ver una función y termina viendo otra, y eso yo creo que es muy interesante, porque hay muchas reflexiones. Hoy precisamente hablábamos con el director de esto, de que es una función que da para luego comentar la actitud de cada uno ante las distintas situaciones de la vida. Creo que habrá mucha identificación con los personajes. Al final, uno se da cuenta que el teatro es el reflejo de la vida, y que tanto en distintos lugares como en distintas épocas los sentimientos son universales: la ambición, el amor, la frustración… hay cosas que son universales

Nos mencionabas a vuestro director, Ernesto Caballero, con quien ya has trabajado en tres ocasiones. ¿Qué es lo que más te sigue sorprendiendo cuando trabajas con él? ¿Qué es lo mejor de Ernesto?

 Ernesto tiene una capacidad única para desestructurar y para crear ambientes. Él trabaja mucho no desde la forma, sino desde lo que está pasando. Él juega mucho, y a mí un director que juegue me encanta, porque también me gusta jugar. Creo que esta profesión, afortunadamente, nos hace permanecer jóvenes mucho más tiempo, porque no perdemos la capacidad de juego, y eso en un escenario es fundamental. Ernesto es un hombre con mucha capacidad y su trayectoria lo avala, desde luego.

Crees que, en este momento actual que vivimos, ¿el teatro es más necesario que nunca como lugar de encuentro entre personas?

Sí. Me vienen muchas cosas a la cabeza con esto que estás diciendo. Yo he trabajado mucho con José Luis Gil, y él siempre decía que le parecía mágico como, de repente, uno salía al escenario y había gente en el público. Es un lugar en el que todos nos hemos reunido para eso, en el que no hay distracciones. Estás allí para ver qué es lo que te están contando, y se da esa comunión mágica. Como dices, con todo lo que está pasando en el mundo, yo creo que el teatro es lo único que nos salva, que nos reconcilia, que nos identifica, que nos impulsa, que nos hace reflexionar. La vida va muy rápido y a veces necesitamos parar. La maquinaria de la vida nos ha llevado a este ritmo y a esta situación, y por lo menos el teatro, de alguna manera, nos reconcilia con el ser humano. Por lo menos, durante una hora y media, te metes en un teatro y ves una función que te hace reflexionar desde otro sitio, pero a la vez te hace estar conectado con la vida desde otro sitio un poco más amable.

Además, en el teatro, cada público os transmite una energía diferente que hace que cada función sea única. ¿Cómo experimentas tú esa comunicación con los espectadores?

A mí me encanta. Si algo me gusta especialmente del teatro es eso, es que es la misma función, que parece que la haces por primera vez, y aunque la repitas siempre está viva, porque el público reacciona de una manera diferente en cada sitio, y la energía es otra. Entonces uno recibe esas sensaciones, y de alguna manera también te ayuda a que sea una función nueva y viva. Para mí es fundamental tener el público y sentir al público. Quizás por eso también me gusta tanto, porque es el aquí y ahora, y lo que pasa aquí es lo que está pasando, y no puedes dar marcha atrás. Cada función es irrepetible.

Ana Ruiz, junto a Álex Gadea, en una imagen promocional de «Un viaje sin retorno» (fotografía: Moisés Fernández)

¿Cómo recuerdas tu trabajo en Camera Café?

Camera Café fue un antes y un después. Yo había hecho programas infantiles, había hecho alguna que otra serie, pero Camera Café fue un boom. Fue un formato tan diferente que rompió mucho una forma de hacer ficción en España, y para mí fue muy importante: por la edad que tenía, por cómo se concibió el proyecto, por los compañeros, por todo. Fue un momento muy bonito. Yo lo recuerdo con mucho cariño, y siempre pienso que, por supuesto, fue un antes y un después. Me dio la posibilidad de poder hacer otras muchas cosas.

Te veremos también en otro proyecto, Ella, maldita alma. ¿Qué nos puedes adelantar?

Exacto. No sé cuándo se estrenará, aunque ya se ha presentado el primer capítulo en el South Festival de Cádiz, y se ha llevado el premio del público. Yo interpreto un personaje secundario, y la verdad que me lo he pasado muy bien haciéndolo, a pesar de ser un personaje un poco duro, pero he disfrutado mucho. Supongo que se estrenará a lo largo del 2026 y estoy muy contenta, con ganas de verlo y ver qué tal se recibe.

¿Cuál sería el próximo objetivo que te gustaría cumplir?

En ese sentido, teatralmente, creo que Álex y yo somos conscientes del momento profesional en el que vivimos. Creo que hay una parte también de que nos apetece hacer nuestros proyectos. Es perfecto que te llamen para trabajar, a mí me encanta que me llamen y ponerme en manos de proyectos de otros, porque me parece que es muy enriquecedor, y nos da la vida, y nos da dinero para poder vivir, pero creo que esto también es abrir una puerta a tener una parcela para poder desarrollar los trabajos que tú quieres hacer. Además, yo animo a todos los compañeros y compañeras a poner en pie sus propios proyectos. Independientemente de que es costoso, y de que es muy difícil levantar un proyecto, animo a los actores a que se embarquen en esto y tengan esa iniciativa, porque se van a redescubrir desde otro sitio, desde otra faceta, desde otra particularidad que yo creo que es muy enriquecedora. Es muy bonito mostrar al público lo que tú tienes que contar con tus propias historias.


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