ENTREVISTA | Ástrid Janer (‘La Encrucijada’): «Amanda es una mujer sensible, fuerte, con aspiraciones y proyectos que quiere cumplir, y está dispuesta a luchar y a enfrentarse a lo que sea necesario para conseguirlo»

Ástrid Janer (Andorra, 1995) interpreta a Amanda Oramas en ‘La encrucijada’, serie líder de audiencia del prime time, emitida por Antena 3. Mujer fuerte y decidida que se mueve en el mundo de los negocios, Amanda se verá dividida entre la lealtad a su familia, sus propios intereses y objetivos personales, y el amor por César (Rodrigo Guirao).

En esta entrevista, la actriz andorrana nos habla en profundidad sobre su personaje en la ficción de Atresmedia, adelanta cuál será su próximo proyecto y reflexiona sobre la importancia de la ficción y la cultura.

¿Cómo fueron tus comienzos en el mundo de la interpretación?

Yo estudié Bellas Artes, porque siempre me ha gustado dibujar, y el arte en general. Me fui de Erasmus, y durante esa experiencia me apunté a un taller para aprender inglés a través del teatro. Me di cuenta de que me importaban mucho más esas clases que cualquier otra cosa que estuviera haciendo. Además, recuerdo cuando tenía 13 años, en la típica lista de deseos que se hacen a esa edad, yo siempre escribía “ser actriz”. Luego ya añadí “ser buena actriz” (risas). Entonces, creo que siempre he tenido esa inquietud, pero hasta que no me lo permití a través de esa experiencia y esas clases, no fui realmente consciente. Al volver de Erasmus, aunque me encanta el mundo del arte y he trabajado profesionalmente como ilustradora, no me veía en una galería, por ejemplo. No le encontraba del todo el sentido. Decidí probar en la escuela La Bobina, y ahí ya supe que sin duda era esto lo que me gustaba y que tenía que ir a por todas.

¿Cómo valoras esa formación en La Bobina y ahora aquí en Madrid? ¿Cómo la aplicas en tu trabajo día a día?

Mi formación, efectivamente, ha sido en La Bobina y luego en Madrid con Claudio Tolcachir. También he hecho algunos cursos y formaciones, y mi formación actual con Mar Navarro. Claudio y Mar son mis maestros actuales, y en La Bobina fue mi profesora, Christine. También creo que el mayor aprendizaje se da trabajando. En mi caso, gracias a Acacias 38, una serie diaria. En una diaria aprendes mucho, porque se trabaja muy deprisa y muy intensamente, y tu personaje puede ir cambiando y fluctuando según lo reciba la audiencia, y eso es un entrenamiento increíble. A veces también es muy duro, porque te pueden dar una separata y una escena nueva esa misma mañana, y te la tienes que aprender y sacarla adelante, y eso implica mucha tensión, pero cuando lo haces, te dices a ti misma: “Lo he hecho”, y es un entrenamiento valiosísimo. En una diaria, aprendes también qué tipo de actor eres, y cómo afrontas los trabajos. Estoy muy contenta de que las series diarias se hayan reivindicado tanto dentro de la profesión, que tantos compañeros y compañeras quieran ahora hacer series diarias, y que el público las siga recibiendo con tantas ganas. Se hacen con muchísima calidad, con mucho trabajo por parte de todo el equipo, y con mucho potencial para competir con cualquier ficción de las que se presentan en plataformas.

Yo, cuando estudiaba, sólo estaba preocupada por ver qué podía ofrecer yo a esta profesión, y esta profesión a mí, y gracias a esa formación descubrí esta forma de comunicarse, actuar, y eso es algo que da esperanza. Así que diría que, para mí, lo más importante ha sido poder formarme sin presión, estar en Acacias 38, y ahora ya poder moverme como actriz y poder trabajar.

¿Cómo llegas a La encrucijada?

A través de un proceso de cásting, y debo decir que fue muy rápido, muy inesperado y de un momento a otro. Hice el cásting y antes de darme cuenta ya estaba en una clase de equitación (risas). Fue una locura, todo muy rápido, pero encajé en el proyecto. Todo fue bien porque tuve mucha comunicación con Carlos y Sofía, de Lazaro y Siveroni Casting. Lo más importante era ver cómo sería la relación de Amanda con los personajes de César y Octavio, que obviamente son relaciones muy distintas. Una vez visto esto, ya fuimos hacia delante. La verdad es que me cambió la vida en ese momento.

Para alguien que nunca haya visto la serie, ¿cómo presentarías a Amanda?

Amanda es una mujer sensible, fuerte, con aspiraciones y proyectos que quiere cumplir, y está dispuesta a luchar y a enfrentarse a lo que sea necesario para conseguirlo. También tiene sus flaquezas, según el momento, por supuesto, ¿por qué no?, pero ella va siempre hacia delante, con lo que sea.

Ástrid Janer interpreta a Amanda Oramas en «La Encrucijada»

¿Qué representan César y Octavio para ella?

A grandes rasgos, la familia y el camino personal. Octavio es, junto a David, su familia. Tienen una unión familiar, pero que también tiene que ver con el negocio y con un proyecto vital concreto, del que ella se va a ir separando. Cuando conoce a César, que no tiene nada que ver con ese mundo, apunta hacia una dirección hacia la que ella quiere ir. Sea con César o no, Amanda quiere tomar ese nuevo camino. César representa para ella la parte más personal, lo que no tiene que ver con las obligaciones, y sí más con la libertad y sus elecciones como persona.

Es muy fácil para el público identificarse con Amanda. Son dilemas muy humanos.

Sí, eso es muy interesante. Creo que da igual que Amanda sea la hija de un magnate o que sea millonaria, porque al final el suyo es un conflicto muy real: quién eres tú, qué lugar tiene la familia en quién eres tú, cómo aceptar la desaprobación y el rechazo, y vivir con ello a cambio de ser libre, y creo que todos hemos vivido eso. Consciente o inconscientemente, todo el mundo está en esa dicotomía en algún momento.

Vemos muchos personajes femeninos muy potentes en la ficción española últimamente. ¿Crees que es algo que el público demanda quizás más que antes?

Sí, yo lo pienso también. Lo que me parece más interesante del personaje de Amanda es que, más allá del amor, quiere cosas por sí misma. César, obviamente tiene mucha importancia, pero lo único que la mueve no es el amor por su padre o por César. Las mujeres, obviamente, queremos cosas por nosotras mismas, y a Amanda le ocurren muchas cosas que tienen que ver con ella misma, y no sólo con los personajes masculinos. ¿Qué lugar quiere ocupar en el mundo? ¿Cómo quiere vivir su vida? Eso es muy interesante. Ella decide renunciar a unos privilegios que tiene para dar el salto y hacer algo que siempre ha querido hacer, que es la trama de las joyas. Tiene su proyecto, su camino. Si no fuese así, al personaje le faltaría algo importante. Es muy básico esto que estoy diciendo, pero es que menos que eso no podemos aceptarlo. Le pasan muchas cosas, y luego está el amor que, como a todos, la pone en jaque, pero quiere cosas por sí misma. Creo que el público quiere ver eso, sin duda: personajes femeninos con conflictos y con tramas propias, con deseos propios.

Además, es una muy buena representación del papel de las mujeres en la empresa, que muy pocas veces han tenido ese espacio en la ficción.

Totalmente. Es muy bueno poder dar ese espacio, sí. Hemos visto personajes como el de Carmen Machi en Celeste, o Candela Peña en Hierro, y es verdad que hasta hace poco no existían muchos personajes así, de mujeres que tienen posiciones de poder. Son personajes muy necesarios, que han venido a rellenar ese hueco que estaba ahí. Me siento muy afortunada por haber podido interpretar a Amanda también en ese sentido.

La recepción de la serie, además, ha sido excelente, siendo líderes de audiencia en el estreno. ¿Cómo lo estás viviendo tú?

Es lo mejor que nos podía pasar. Es tan bonito… este proyecto ha implicado mucho esfuerzo, mucho trabajo de mucha gente, y cuando yo veo la serie, me acuerdo de ese día de rodaje, de quiénes estábamos allí… todo. Y es precioso ver que ha gustado al público. Es un reconocimiento al trabajo de todo el equipo. Se ha trabajado mucho, se ha mimado mucho la serie durante los seis meses de rodaje, buscando esa puesta de sol perfecta, ese plano maravilloso, y creo que nos merecemos este éxito. Además, me escribe mucha gente por Instagram diciéndome que están enganchadísimos, deseando que llegue el jueves para ver más, y es precioso. A mí esto no me había pasado nunca. También me escriben muchas mujeres para decirme que les encanta el personaje de Amanda, y me enorgullece, porque quizás ven algo distinto a lo que se espera de un personaje que está enamorado. O lo que decíamos antes: una mujer empresaria, fuerte… está gustando mucho, y es un regalo.

Atresmedia ha ayudado muchísimo también, porque hacen las cosas muy bien a nivel de producción y de promoción. Tienen mucha gente joven, un equipo con ideas nuevas, y se están moviendo muy bien entre tanta competencia, haciendo series de mucho nivel. Que el público te escoja entre tanta oferta de series es una maravilla. Además, está claro que la gente ve la tele, que se decía que la gente ya no era así (risas).

Ástrid Janer, en una imagen promocional de «La Encrucijada»

¿Cuál es el mayor aprendizaje que te llevas de La encrucijada?

Muchos. Quizás lo más importante es haber aprendido que, cuando haces un protagonista, tienes que saber muy bien dónde ha de estar tu energía. Eso es algo que me ha enseñado Abel Folk, que interpreta a Octavio. Ni él ni Rodrigo Guirao gastaban energía en cosas que les iban a quitar el foco a la hora de grabar las escenas. Es la primera vez que yo hago un personaje protagonista, y estaba en muchas escenas, muchos días de rodaje, muchos meses, y eso exige mucho de una. En un rodaje pasan muchas cosas ajenas a ti que pueden afectarte a la hora de interpretar, y puede haber muchas tensiones y muchos temas ajenos a los personajes. Hay que saber sobrellevar esa presión para hacer las escenas y que el personaje no se te coma, y para eso es muy importante aprender dónde debe estar tu energía como actriz. Yo, durante el rodaje, me fui desprendiendo de cosas que no estaban en mi poder para poder concentrarme en el personaje, y ese es un cambio que me va a acompañar ya para siempre.

También, darme cuenta de que, una vez el rodaje termina, el trabajo está hecho. Ya no depende de nosotros. Cómo lo reciba el público será otra historia, y por suerte en nuestro caso ha gustado mucho, pero nuestra responsabilidad termina ahí. Yo estoy muy contenta, porque cuando me miro como Amanda no me reconozco. Tampoco es que haya hecho el Joker (risas), pero cuando veo la serie, veo a Amanda, no a Ástrid. Me puedo mirar con cariño; no para juzgarme, sino para disfrutar, que es lo que estoy haciendo ahora, del trabajo de mis compañeros, y también para analizar el mío de cara a seguir mejorando y aprendiendo.

Entre los comentarios que recibes gracias a La encrucijada, ¿te llega también que, quizás, en estos momentos convulsos que vive el mundo, la ficción y la cultura son más necesarias que nunca?

Por supuesto. La cultura siempre es necesaria, siempre, y ahora más que nunca. Es la oportunidad para hablar de temas de los que, en otros contextos, no podríamos hablar. Me conmueve la idea de que, por ejemplo, una familia se siente durante una hora alrededor de una pantalla para ver un capítulo de una serie. Eso es muy importante. En las historias encontramos esa oportunidad para hablar de temas cruciales de forma directa. Es muy importante la cultura, sin duda. Es lo que tenemos para enfrentarnos a todo lo que está ocurriendo. A veces es difícil saber qué hacer al respecto, porque quizás no podemos hablar de ciertas cuestiones políticas (¿o sí?), pero nos queda esta película, o esta serie, para abordarlo. Podemos aprender de lo que está ocurriendo ahora a través de la ficción. Yo, a raíz de ver películas, he podido hablar de cosas que, de otra forma, no hubiera podido hacerlo. Potenciamos la empatía, al fin y al cabo. De eso es de lo que estamos hablando. De entender que ir al cine o al teatro, consumir ficción, es mucho más que entretenimiento. Construye sociedad, sin duda, y nos permite pensar, reflexionar y empatizar. Lo veo también con mi personaje, Amanda, porque el público la entiende. Comprende sus dudas y sus motivaciones. Eso es muy importante.

¿En qué proyectos vamos a poder verte próximamente?

En el teatro, en una obra llamada Noche, del escritor Alejandro Sawa, que estrenaremos en el Teatro Español el próximo 8 de enero. Dirige Mariano Llorente, que también es actor y ha hecho la adaptación, y estaré en escena con Alberto Jiménez y Roser Pujol, dos compañeros maravillosos. Es lo mejor que me podía pasar ahora, hacer teatro, y estoy muy feliz. Es una obra bastante curiosa, y muy distinta a La encrucijada, desde luego. Es genial poder cambiar totalmente de registro y de formato, y poder volver al teatro después de Altres formes, que hicimos en el TNC, y fue una experiencia muy bonita y muy importante para mí.

Con La encrucijada obtienes un feedback a través de redes sociales y audiencias, principalmente, pero en el teatro lo sientes y lo ves delante de ti.

Absolutamente. Es una suerte poder experimentar ambas cosas. En el teatro, es verdad que te enfrentas directamente a esa reacción, a esa energía del público, diferente cada día, y tienes que estar receptiva y sensible para recibirlo. Es una suerte, realmente.

Ástrid Janer (Fotografía: Juan Miguel Herrero; Estilismo: Elsa Osorio; MUAH: Olga Holovanova para Dior Beauty; Agradecimientos: Diana Ellerker y Ángela Cariddi)

¿Tienes algún objetivo profesional o sueño que nos puedas compartir?

Muchas cosas. Me encantaría hacer un personaje para el que tuviera que aprender algo como artes marciales, tipo Karate Kid (risas). Eso me encantaría. Me parecería tan divertido, poder hacer una transformación así y pasar meses preparándome… poder hacer un recorrido de preparación grande con un personaje me encantaría. Yo creo que todos los actores tenemos esta fantasía, de podernos preparar tanto un personaje. Lo contaba Mikey Madison sobre cómo había trabajado en Anora, que incluso pudo investigar cómo llevaban las uñas las chicas. Me encantaría poder hacer una preparación así.

Y también me gustaría mucho hacer cine, desde luego. Además, me gustaría mucho que fuese una historia que ha escrito alguien que necesita expresar o contar algo especial. Esas son las historias que me conmueven a mí como espectadora. Ojalá me llegase un guion escrito con mucho amor, y un personaje para el que alguien haya pensado en mí, y piense que soy la actriz correcta para interpretarlo. Que se diera esa simbiosis sería genial.


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