ENTREVISTA | Pepe Nufrio: «Federico, mi personaje en ‘La Promesa’, busca reconectar con ese núcleo familiar que una vez tuvo»

Pepe Nufrio (Madrid, 1993) interpreta en La Promesa a Federico, el hijo del duque de Carril (Jesús Cabrero) y hermano de Vera (Ángela Echaniz), que viene a aportar nuevas tramas y emociones a la producción de Studio Canal y Bambú.

En esta entrevista, el intérprete madrileño desgrana su participación en la serie diaria que emite TVE, avanza detalles de próximo estreno del musical Cabaret, y recuerda sus experiencias en Londres y Estados Unidos como parte del elenco de Jesucristo Superstar.

¿En qué momento te das cuenta de que quieres dedicarte a la interpretación?

Yo empecé con la música. Yo en 4º de la ESO tenía un grupo de amigos, y a todos nos gustaba mucho la música, así que decidimos formar un grupo y quedar para ensayar y hacer música. De ahí, comencé a dar clases con un profesor de canto, que me introdujo en el mundo de los musicales. A raíz de comenzar a hacer musicales empecé también a dar clases de interpretación, y ahí es cuando me di cuenta de que la música me gustaba mucho, sí, pero la interpretación me gustaba todavía más.

Te has formado ampliamente en diversas disciplinas artísticas tanto en España como en otros países. Háblanos un poco de esa formación.

Como he dicho antes, empecé a tomar algunas clases de actuación y canto en España cuando tenía 18 años. Más adelante tuve la suerte de recibir una beca para estudiar en AMDA, una escuela de artes escénicas en Nueva York. Allí recibí una formación bastante completa que me sirvió para empezar a audicionar y dar mis primeros pasos en el mundo profesional.

Aun así, no creo que exista una formación perfecta. Cuando uno empieza a trabajar en un proyecto, se va dando cuenta de qué le cuesta más y en qué necesita poner el foco. Por eso, los momentos de pausa entre trabajos pueden ser muy valiosos: son espacios de calma donde puedes seguir desarrollando tus habilidades y descubrir cosas nuevas, sin la presión del tiempo ni de un horario fijo. ¡Es como ir al gimnasio!

De La Moderna a La Promesa, ¿cómo se produce este “salto” entre una serie y otra?

La Moderna terminó de forma rápida y, la verdad, un poco inesperada. En las últimas semanas veníamos con muy buena audiencia y, con esas cifras, todos pensábamos que habría posibilidades de una renovación. Pero finalmente la cadena decidió tomar otro rumbo con la programación de la tarde… y bueno, son decisiones que forman parte del juego en televisión.

Aun así, me quedo con una experiencia muy bonita. Estuve encantado con mi paso por la serie y por el mundo de las diarias, que descubrí como algo mucho más exigente y enriquecedor de lo que imaginaba. Cuando terminó, quise compartirlo en redes, no solo para despedirme del proyecto, sino también para animar al público a seguir apoyando otras diarias que lo están haciendo muy bien, como La Promesa, Valle Salvaje o Sueños de libertad. Son series que acompañan a muchísima gente cada día y que están a un nivel altísimo, tanto artístico como técnico.

Y, de forma bastante curiosa, solo unos meses después, surgió la oportunidad de unirme a La Promesa, y la verdad es que estoy muy contento. A veces la vida te cierra una puerta y, sin darte cuenta, te abre otra justo al lado.

Pepe Nufrio interpreta a Federico en «La Promesa» (RTVE)

Es impresionante el nivel que han alcanzado las series diarias en España en muy poco tiempo.

Sí, la verdad es que es increíble. Yo mismo, al principio, tenía ciertos prejuicios sobre la serie diaria. Cuando hice la audición, reconozco que me daba un poco de pereza… (risas). Pero me llevé una gran sorpresa: es una serie en toda regla, no un formato pasado de moda ni mucho menos. El nivel de producción y de interpretación es altísimo. Es una maravilla.

Para un actor, no hay mejor escuela. Poder estar todos los días delante de la cámara es un auténtico lujo, un taller constante. Te obliga a estar presente, a resolver, a probar cosas nuevas todo el tiempo. Y en una profesión tan inestable como esta, es además un doble regalo: porque una diaria te da continuidad, te permite trabajar durante muchos meses, incluso años, lo cual no es nada común.

Y lo que decías del nivel visual: ahora mismo nuestras telenovelas tienen una calidad impresionante. Se cuida cada detalle, desde la fotografía hasta el vestuario o los decorados. El resultado es impecable, y creo que cada vez más gente se está dando cuenta de ello

¿Qué nos puedes contar de Federico, tu personaje?

Federico es el hijo del duque de Carril y hermano de Vera, y llega a la historia un poco para sacudir la realidad tanto de Vera como de Lope. Es un chico que quiere profundamente a su familia, especialmente a su hermana.

Como sabéis, Vera huyó de su familia. Y claro, imaginad lo que eso supone en aquella época: una joven que desaparece de repente… era algo impensable, muy difícil de asimilar. Federico lleva muchos meses con la incertidumbre, sin saber qué ha sido de ella, con esa angustia de no tener respuestas. Y ahora, por fin, reaparece con el deseo de recuperar el vínculo con su hermana y con ese núcleo familiar que, en algún momento, fue su hogar.

¿Cómo va a ser su relación con Lope (Enrique Fortún)?

Estos dos tienen una relación extraña pero bonita. Pertenecen a mundos distintos pero Federico encuentra en Lope un hombre con quien puede abrirse y expresar sus preocupaciones por su hermana que desapareció. Por lo tanto es una conexión profunda y verdadera, pero muy inestable, por lo que creo que tiene mucho juego.

¿Qué reacción te está llegando ya de los espectadores, respecto a tu incorporación?

Me he dado cuenta de lo consolidada que está la serie y de los seguidores tan fieles que tiene. Cuando anuncié mi incorporación, recibí muchísimos comentarios positivos de bienvenida. Hay mucha gente que era espectadora de La Moderna y está contenta de volver a verme en otra serie diaria. No siempre es fácil entrar como nuevo en una ficción tan asentada, pero la acogida por parte de todo el equipo fue maravillosa, y el público también está siendo muy cariñoso. Me siento muy cómodo.

Con mis compañeros del elenco también ha sido todo muy fácil. Con Enrique y Ángela he tenido mucha conexión. Ángela es un sol y una pedazo de actriz. En general, se trabaja con muchísima humildad y cuidando de que todos estemos a gusto. Eso también es muy propio de las series diarias: hay mucho compañerismo y se hace un esfuerzo para que todo el mundo esté bien.

Pepe Nufrio (fotografía de Javier Mantrana / http://www.javiermantrana.com/)

¿Qué crees que se lleva el público de esta serie? ¿Por qué tiene tanto éxito?

Yo creo que el público valora muchísimo el trabajo de los guionistas, que es fantástico, sobre todo teniendo en cuenta lo rápido que tienen que escribir y la cantidad de tramas y personajes que deben coordinar. Es un trabajo que realmente engancha a la gente.

También creo que el trabajo de los actores y actrices llega mucho, porque es de muy buena calidad. Además, el hecho de que sea una serie de época añade un atractivo especial para el público. A todos nos gusta que nos lleven al pasado. Hay espectadores que quizás no están tan lejos de esos años y les despierta nostalgia, y para los que no lo hemos vivido, también es una experiencia muy enriquecedora.

Estamos en 2025, con todos los problemas que eso conlleva, y de repente poder viajar al pasado es un auténtico placer. Todas estas series tienen ese elemento de nostalgia, de recuerdo.

Otro viaje al pasado es Cabaret, tu próximo proyecto en teatro musical. Un viaje al pasado, al Berlín de 1933, pero de absoluta vigencia hoy en día, con las cosas que están sucediendo en el mundo. ¿Cómo está siendo esta experiencia?

Estoy muy, muy, muy ilusionado. Hace unos meses hice varios castings para diferentes musicales y, por suerte, tuve la opción de elegir. Me decanté por Cabaret porque es un musical en mayúsculas. Los compositores, Kander & Ebb, son fantásticos, y crearon una obra que trasciende el tiempo.

Hoy en día tenemos una capacidad increíble para absorber malas noticias y pasar página prácticamente al instante. Vemos lo que está ocurriendo y pensamos: “es problema de otros” o “ya se resolverá”, como si no estuviera en nuestras manos. Cabaret nos recuerda que la historia es cíclica y que esto ya ocurrió en su momento.
En el Kit Kat Klub todo es genial, lleno de colores, diversión y libertad, pero, a la vez, en aquella Alemania estaba en ebullición un movimiento radical que ya sabemos todos lo que supuso.
Imagino que lo que más me ilusiona de este proyecto es hacer ver al espectador que tenemos que tomar responsabilidad, abrir los ojos y empezar a hacer algo, porque el futuro está en nuestras manos.

Para mí, esto es muy emocionante y artísticamente muy enriquecedor. Y además, creo que me lo voy a pasar muy bien porque tenemos un equipo artístico tremendo y un elenco brillante!

Háblanos de Cliff, tu personaje.

Cliff es un personaje secundario, por así decirlo, pero toda la historia se cuenta a través de sus ojos. Es un escritor americano que viaja a Berlín en busca de inspiración para su próxima novela, y es alguien que conecta con todos los demás personajes, porque todos le cuentan sus historias. Digamos que, en fútbol, sería ese que da el pase para que Messi marque el gol (risas). Tengo muchas ganas de interpretar a este personaje.

Además, Cliff representa un poco a esa sociedad que se pone la venda en los ojos ante lo que está pasando y que, de alguna manera, colabora con el auge de algo terrible. En Cabaret, todos los personajes pecan un poco de lo mismo y son víctimas de esa situación, de esa inacción.

Lo veía hace poco también en la función Blaubeeren, dirigida por Sergio Peris-Mencheta y en la que actúa mi compañera Clara Alvarado: al final, aunque no queramos, somos partícipes de estas situaciones porque las normalizamos. Eso es lo que le ocurre a Cliff, que mira para otro lado porque no acaba de comprender la envergadura del problema.

Pepe Nufrio, caracterizado como Clifford Bradshaw, en una imagen promocional de «Cabaret», el musical de próximo estreno en el Teatro Albéniz de Madrid

Va a ser, además, una producción inmersiva, muy diferente a la que ya hemos visto en otras ocasiones.

Sí, Lets Go, nuestra productora, se inspiró mucho en la producción que ahora mismo se está representando en Londres y Nueva York, una versión inmersiva que eleva aún más lo que ya es Cabaret por sí solo. Además, contamos con un director fabuloso, Federico Bellone, que recientemente estrenó en el Teatro Albéniz la última producción de El Fantasma de la Ópera.
Estoy encantado y con muchas ganas de vivir esta experiencia, que seguro irá mucho más allá de simplemente ir al teatro.

Además, estuviste también durante años interpretando Jesucristo Superstar, interpretando a Jesús y también a Judas.

¡Así es! Durante varios años, además. Lo que iba a ser un trabajo de apenas un año acabó convirtiéndose en un viaje de casi tres, por varios países… y con una pandemia mundial de por medio.

Mi camino con Superstar empezó cuando audicioné para la gira norteamericana del musical, y tuve la suerte de ser seleccionado. Además, me ofrecieron una posición muy especial: ser cover de Jesús y de Judas. Es decir, iba a tener la oportunidad de interpretar a estos dos pedazo de personajes.

La cuestión es que yo era el cover, es decir, el número 2, el suplente que espera en el banquillo y sale cuando los titulares están cansados o no pueden actuar. Superstar siempre fue uno de mis musicales favoritos, y eso despertó en mí muchas frustraciones. Aunque la productora me prometió que tendría muchísimas oportunidades —por lo exigentes que son ambos papeles, tanto física como vocalmente—, la realidad fue otra: los protagonistas nunca se ponían malos, y en diez meses apenas salí al escenario.

Mi suerte cambió meses después. La gira se había pospuesto por la pandemia y yo estaba en España, con mi familia, cuando recibí una llamada del director del musical. Iban a hacer una producción en Londres ese mismo verano y necesitaban un Jesús.

La producción fue en Regent’s Park, un teatro al aire libre en pleno corazón de Londres, que cumplía con todos los requisitos para abrir en medio de la pandemia. La experiencia fue breve, apenas dos meses, pero fue un auténtico regalo. Y, sobre todo, me quité la espinita de interpretar a Jesús.

Meses más tarde, la gira se reanudó, y esta vez me contrataron como alternante de ambos personajes, lo que significaba que me turnaba con los protagonistas. Y así fue como me convertí en la única persona que ha hecho de Jesús y de Judas en el mismo día. ¡Una auténtica locura! En varias ocasiones interpreté a Jesús en la función de la tarde… y a Judas en la de la noche.

Pero bueno, más allá de lo profesional, Superstar fue, por todo lo que pasó entre medias, un viaje totalmente inesperado que me conectó conmigo mismo y con muchas personas que hoy tengo la suerte de llamar amigos.

Pepe Nufrio, en una imagen de la producción de «Jesus Christ Superstar», en Regent’s Park Open Air Theatre (fotografía de Mark Senior / www.marksnr.com/)

Volviste a ser Jesús en Godspell. ¿Cómo afrontaste poder interpretar al personaje más universal que puede haber, Jesucristo, desde estas dos perspectivas tan distintas?

Esta pregunta la he pensado mucho, así que tengo la respuesta bastante preparada (risas). Godspell sería el primer acto en la vida de Jesús, y Superstar el segundo. En Godspell vemos a un Jesús más alegre, más dinámico, realmente protagonista, que acaba de empezar su camino como profeta y transmite sus enseñanzas a través de canciones y parábolas.

En Superstar, en cambio, es un Jesús melancólico, al final de su vida, que ya sabe lo que le espera. Además, Superstar está contado desde los ojos de Judas, el verdadero protagonista. Ahí está la diferencia.

En Godspell, Jesús es un personaje que se disfruta más. Es una obra preciosa, que habla del poder universal del amor. Mientras que Superstar es épico, Godspell es amor. Y, además, es un mensaje tan, tan necesario ahora mismo… se me ponen los pelos de punta solo de pensar en este musical.

Además, fue un regalo poder hacerlo en Málaga, con el elenco que teníamos. Por desgracia no vinimos a Madrid, pero según he oído, es posible que el montaje tenga una segunda vida.

Para concluir, ¿tienes algún otro proyecto, aparte de seguir con La Promesa y Cabaret?

Seguir siendo yo, seguir siendo persona… que a veces se nos olvida (risas). Durante mucho tiempo tuve la costumbre de escribir en un cuaderno mis metas para cada nuevo año. Me gustaba sentarme, pensar en lo que quería conseguir, marcarme objetivos. Pero este año decidí no hacerlo. Me he dado cuenta de que, por muchos planes que hagas, la vida siempre te acaba sorprendiendo. Y muchas veces, lo mejor viene justo de ahí, de lo que no esperabas.

Así que este año no tengo metas concretas, más allá de una muy simple: disfrutar con mi trabajo. Y la verdad es que lo estoy haciendo. Está siendo un año muy especial, muy completo, y estoy metido en proyectos que me hacen feliz. Me lo estoy pasando muy bien y, lo más importante, lo estoy viviendo sin presiones, disfrutando del camino.

El resto del tiempo intento dedicármelo a mí. A cuidar de mí, a llenarme por dentro. Porque creo que, si estás bien contigo mismo, eso también se nota en tu trabajo, en cómo estás como actor. Y a veces en esta profesión, con el ritmo que llevamos, eso se olvida. Por eso, me esfuerzo cada día en no dejarme a un lado, en no olvidarme de mí. Al final, eso es lo que más me importa.


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