Unax Ugalde (Vitoria, 1978) interpreta a Aitor en Romi, un policía que mantiene una relación con Alaia (Natalia Millán), madre de la protagonista, Romi (María Cerezuela).
En esta entrevista, el intérprete vitoriano nos habla de su participación en la ficción policiaca, cuenta detalles de sus próximos proyectos y recuerda su primer trabajo en el cine, Báilame el agua (Josetxo San Mateo, 2000).
¿Cómo valoras el momento presente en tu carrera?
Estoy en un momento muy estable. Por una parte, estoy consiguiendo unos trabajos muy interesantes, a nivel nacional e internacional, y estoy haciendo muchas cosas que me interesan. Y, por otra parte, en mi vida ha surgido otra profesión, que es la de empresario de la noche, y eso me está dando mucha relajación a la hora de afrontar mis trabajos como actor. Así que estoy en un momento muy estable, y lo valoro mucho. En esta profesión, un plan B siempre es importante.
Tu nuevo trabajo es Romi (Amazon Prime Video). ¿Cómo es tu personaje?
Mi personaje es Aitor, un ertzaina que trabaja en la comisaría. Está especializado en crimen organizado y mafias, sobre todo las internacionales que operan en el puerto de Bilbao. Es una suerte de consultor para otros departamentos, dentro de la comisaría. Él va bastante por libre, es uno de los pocos que no viste el uniforme, y se va convirtiendo en un punto importante de apoyo para Alaia, el personaje de Natalia Millán.
¿Cómo es esa relación con Alaia?
Con ella, Aitor tiene una relación no sólo profesional, sino también personal y sentimental, que llevan con mucha discreción, pero que ayuda a sacar ese lado más vulnerable del personaje de Alaia. Ella es una policía fuerte, muy segura, y de alguna manera mi personaje, con todo su pragmatismo, la ayuda a centrarse en todos sus conflictos no sólo profesionales, sino también personales.

¿Cómo encaja Romi la presencia de Aitor en la vida de Alaia, y en la suya propia?
El hecho de que su madre haya rehecho su vida con uno de sus compañeros es algo que Romi no lleva muy bien. La relación de Aitor con Romi no es la más fluida. Ella no ve en Aitor algo positivo para su madre, pero lo respeta. Según vayan avanzando los capítulos, se verá que es una relación tensa.
Cuéntanos cómo ha sido el trabajo con Natalia Millán y María Cerezuela.
Pues la verdad es que no conocía a ninguna de las dos, y ha sido un auténtico placer. De hecho, no conocía a casi ningún miembro del equipo, salvo a Asier Etxeandia. Sí he tenido el placer de repetir con Inés París, nuestra directora. Coincidimos de manera indirecta en una serie de Antena 3, La valla, en la que ella era jefa de guionistas, y ya entonces tuvimos muchas conversaciones sobre el guion. Esta vez ha sido lo mismo. Yo intento siempre ceñirme al guion, por supuesto, pero también darle una vuelta al personaje para que pueda crecer y aportar lo máximo posible a la historia.
¿Cómo has trabajado a Aitor con Inés París? ¿Cómo ha sido esa comunicación?
Hemos trabajado muy bien. Ya en La valla se nos despertó mucha curiosidad por poder trabajar juntos en un set. Yo me he sentido muy escuchado, y ella también se ha sentido apoyada por mis propuestas. Soy un actor que siempre trabajo con propuestas. Creo que el guion es exactamente eso, una guía, pero el personaje siempre puede crecer con las propuestas. El trabajo del guionista es un trabajo muy complejo, y el actor tiene que poner también mucho de su parte para ver hasta dónde puede llegar el personaje. Ella y yo tuvimos muchas conversaciones sobre el personaje y sobre cómo darle forma. A mí me gusta mucho, cuando preparo personajes, compararlo con un animal, e Inés siempre decía que Aitor era un gato, porque era muy observador y racional. Creo que Aitor dice mucho más con los silencios que cuando habla. Poco a poco, es un personaje que va creciendo y cogiendo fuerza, y se van entendiendo sus claros y sus oscuros.
Romi tiene también muchos momentos divertidos. ¿Es importante ese humor en la serie?
Yo creo que sí. Estamos tratando casos muy importantes, y hablando de una protagonista con capacidades especiales, y sí es importante que haya también esa frescura que aportan sobre todo Romi, Alaia, y creo que también Nere, a quien interpreta Edurne Azkarate. El humor ayuda mucho a que los capítulos sean más entretenidos, enganchen más y den esa frescura a la gente.

El tratamiento de la sordera de la protagonista está muy cuidado, también.
Sí, es importante que el espectador conozca que Romi nace oyente, y pierde la audición en un accidente, veinte años atrás. Con un implante coclear consigue escuchar y con eso, cuando no quiere escuchar o busca mantenerse en su mundo, lo desconecta. Ahí ha habido un trabajo de posproducción precioso, que invita al espectador a vivir el silencio en el que puede vivir una persona sorda. Es muy interesante.
Habéis rodado, además, en el País Vasco, donde se están haciendo muchas y buenísimas producciones.
Sí. Qué importantes son las desgravaciones fiscales, que están atrayendo muchos rodajes allí. Es una inversión muy fuerte para el audiovisual, pero también para Vizcaya y Bilbao. Al final, estamos muy acostumbrados a ver los mismos escenarios en las series españolas, y de repente ver ese Bilbao más luminoso, con unos colores más fuertes, es muy interesante y muy rico para la ficción y para el espectador.
En un momento en el que se hacen muchísimas ficciones policiacas, ¿qué tiene de diferente Romi?
Es una serie que hace de una discapacidad virtud. La protagonista es una chica sorda que, debido a ello, ha desarrollado otros sentidos y otros talentos de forma extraordinaria, y gracias a ello es capaz de detectar los gestos faciales y la mentira. Para mí, el público se enganchará con este personaje, que está muy bien escrito y creado. Además, es una serie muy entretenida. En cada capítulo se resuelve un caso, pero también hay uno que se resolverá al final de la temporada, y eso mantiene mucho el interés.
Además, es especialmente importante enganchar al público ahora, que hay tantísima oferta en todas las plataformas.
Sí. Para mí, son referentes otras series que hicieron de la discapacidad virtud, como Daredevil, o Lie to me, interpretada maravillosamente por Tim Roth. O también The good doctor, en la que el protagonista era autista. Muchas veces, no entendemos que estas capacidades diferentes hacen desarrollar otros sentidos, y que una serie ponga el foco en eso me parece muy valioso. En Romi, además, se ha hecho de forma muy elegante.
Estrenas también en el cine Ya no quedan junglas, con Ron Perlman y Megan Montaner. ¿Cómo llegas a este proyecto?
Llegué gracias a Encontrarás dragones, una película que rodé en Argentina con Roland Joffé. En ella, el director de fotografía era Luis Gabriel Beristáin, e hicimos muchísima amistad en el rodaje. Ya no quedan junglas es una adaptación de una novela de Carlos Augusto Casas, que ha pasado un poco desapercibida, pero es muy interesante, y cuando Luis leyó la novela, pensó en mí para interpretar a uno de los tres abogados. Él, de hecho, me preguntó cuál de los tres quería hacer, y finalmente interpreto al primero que aparece en la película. Me pareció muy interesante interpretarlo. Además, me apetecía mucho compartir escenas con Ron Perlman, un actor al que admiro muchísimo, y con el que he hecho mucha amistad a raíz del rodaje. Además, ambos somos amantes del tequila, así que algunas veces salíamos por San Sebastián a buscar buenos sitios mexicanos donde poder tomar tequila (risas).
Por desgracia, no voy a poder estar en el estreno en el Festival de San Sebastián, y espero verla muy pronto en cines y, sobre todo, que la gente la disfrute. De hecho, el estreno de la película coincide con el de Romi, por lo que es un día para celebrar.
Has trabajado también en un corto llamado Ingrid. ¿Qué nos vamos a encontrar en este trabajo?
Ingrid es un corto de una buena amiga, Raquel Colera, y preferiría no desvelar demasiado, porque creo que va a sorprender. Es un corto que habla de una manera muy dura de nuestra profesión, de la interpretación. Espero que de mucho que hablar y nos haga replantearnos muchas cosas del funcionamiento de esta difícil profesión.
Es fantástico el momento que vive el corto en España.
Sí. Antes era un poco como un escaparate para el largo, pero ahora cada vez veo más directores interesados en rodar muchos cortos. Por una parte, la financiación es mucho más sencilla, y además hay cada vez más festivales y certámenes dedicados al corto. Y por otro lado, nos guste o no, nos estamos acostumbrando a consumir ficción en formatos cortos. Es más fácil que la gente consuma un corto que un largo, y por tanto tiene una proyección mucho más potente. El mundo se está convirtiendo en algo de consumo muy rápido, en el que ninguno tenemos tiempo para nada, y el corto es un formato de muy fácil consumo. Y, además, se están haciendo cosas muy interesantes, desde luego.
Precisamente por esto que comentas, ¿cómo ves el futuro de la sala de cine?
Pienso que la sala de cine nunca va a desaparecer del todo, para nada, pero quizás sí quede como algo vintage. Es cierto que el consumo se reduce cada vez a pantallas más pequeñas, y el tiempo de atención también disminuye. El tope de la juventud parece ser cincuenta minutos, y la Generación Z está desarrollando intereses por otras cosas y con tiempo muy limitado. También los hemos empujado a ello, porque la sociedad va muy deprisa y hay muchos estímulos. El estímulo es muy inmediato, la recompensa tiene que ser inmediata, y estamos construyendo una sociedad que no presta atención a nada porque tiene de todo. Vivimos un momento muy complejo, pero creo que el cine siempre permanecerá, porque el cine es eterno.
Como actor que también has trabajado en el escenario, ¿crees que el teatro va a seguir siendo ese lugar de refugio humano, al que todos acudimos para que nos cuenten historias, rodeados de otras personas?
Siempre he pensado que el teatro es algo homínido, podríamos decir. Es inherente al ser humano. Es el contacto directo con otro ser humano, en ese momento, en el que notas el calor de la voz que te está hablando. Es como sentarte alrededor de un fuego: es la misma sensación. Es algo directo, que puedes palpar, y sentir la vibración de esa voz que escuchas. Hay algo que es eterno, y que ninguna tecnología va a superar.

Tu próximo proyecto es la segunda temporada de The night manager. ¿Qué nos puedes contar?
Es un proyectazo. La rodé el año pasado, durante casi siete meses, viajando por todo el mundo: Londres, tres meses en Colombia de nuevo… yo ya había estado en Colombia trabajando hace años, para Rosario Tijeras y El amor en los tiempos del cólera, y fue un placer volver allí. Es una serie con una capacidad impresionante, una producción excepcional y unos actores fuera de serie. Fue un placer hacerla, y estoy muy contento con el personaje. Creo que es la gran apuesta mundial de Amazon para el año que viene, y tengo grandes expectativas, y muchas ganas de hablar de la serie y de contarlo (risas).
Mi personaje es un abogado que trabaja para la mafia colombiana, y es uno de los personajes más importantes en la temporada para entender el nuevo caso de investigación que tiene el personaje principal. Interviene en todos los capítulos, y para mí fue un regalo hacerlo. Y no puedo contar mucho más (risas).
¿En qué otros proyectos te veremos próximamente?
Estoy a punto de recibir una llamada para comenzar otra cosa, ya en noviembre. Y, como os decía, estoy con esos proyectos empresariales que me tienen muy loco (risas). Abrimos Club Malasaña hace cinco años, y hemos abierto también una coctelería llamada La Estrella. Ahora hemos cogido también el Candela, un mítico tablao flamenco en Lavapiés, y ahora mismo vamos a abrir dos nuevos: La Boite, la antigua Sala Cassette que conocerán muchos amantes de la música electrónica, y también el Amante, de Santi Carbones, que se ha quedado con nosotros como socio para esta nueva etapa. Estoy muy contento de poder compaginar mi vida artística con este nuevo proyecto, que me hace mucha ilusión.
Se cumplen veinticinco años del estreno de Báilame el agua, de Josetxo San Mateo. Se ha convertido, sin duda, en una cinta de culto del cine español. ¿Qué recuerdo tienes de la película?
Tengo muchos y muy bonitos recuerdos. Siempre que paso por la Gran Vía, me acuerdo de la escena de la azotea. Este año se cumplen también veinticinco años del estreno de La comunidad, de Álex de la Iglesia, y es muy curioso, porque el día en que Carmen Maura estaba colgada del caballo, nosotros estábamos dándonos el beso en la azotea, justo enfrente (risas). Fue muy divertido, porque nosotros los veíamos justo enfrente, y veíamos a Carmen ahí con el caballo.
Para mí es una película que me marcó. Fue mi primera película, y mi primer protagonista. Recuerdo el primer día, cuando Pilar López de Ayala y yo, que éramos unos niños, nos miramos a los ojos, nos agarramos de las manos y dijimos: “Vamos a hacer una película de protagonistas”. ¡No habíamos hecho nada en cine! Por tanto, guardo un muy buen recuerdo, y sí es cierto que se ha convertido en una película de culto. De hecho, este año, la Academia nos ha comunicado que van a hacer un homenaje por los veinticinco años del estreno, en torno a Navidad, y espero que estéis allí para verlo. Va a ser una ocasión muy especial, en la que nos reuniremos todo el equipo para recordar la película.
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